Un apasionante viaje celestial desde el Planetari de Castelló de la Plana

 

Siete talleres gratuitos a la semana, cuatro exposiciones y ocho proyecciones lo convierten en una de las atracciones de la capital de la Plana para este agosto

Observaciones con telescopio todos los miércoles. Talleres lúdico-científicos diarios sobre astronomía, la mujer y la ciencia, y el cambio climático. Exposiciones sobre plastihistoria de la música o eclipses totales de sol. Proyecciones para explorar el sistema solar o los planetas extrasolares… El Planetari de Castelló –primero construido en la Comunidad Valenciana, hace casi tres décadas– propone un intenso y tentador programa de actividades para disfrutar en familia este verano ‘viajando’ por el universo.

 

De Castelló… al cielo. La oferta veraniega de la capital de la Plana suma un nuevo atractivo turístico a sus cuatro kilómetros de playas –Pinar, Gurugú y Serradal–; a su sabrosa gastronomía, que marida mar, montaña y huerta; a sus parques naturales –Desierto de Las Palmas, Islas Columbretes, Ermitorio de la Magdalena– o a sus rutas urbanas: su Planetario.

Ubicado en el distrito del Grau, entre el parque del Pinar y el Paseo Marítimo, fue el primero de estas características construido en la Comunidad Valenciana ya que se inauguró en mayo de 1991, hace casi tres décadas. Exteriormente destaca por su cúpula blanca de 25 metros de diámetro y una escultura del castellonense Juan Ripollés bautizada como La Hembra del Mar. Y en su interior acoge un péndulo de Foucault, varias salas para exposiciones y talleres y una gran sala de proyecciones.

 

Para este verano, el planetario ha mantenido los dos ejes fundamentales de años anteriores, la divulgación científica y la astronomía, sumándole otros dos: la mujer y la astronomía y el cambio climático.

Cada día de la semana se ofrece un taller gratuito diferente, de casi dos horas de duración, que da inicio a las 18.00 horas. Los lunes, ‘Exploradores estelares’ nos descubre las estrellas más importantes del firmamento. Los martes, ‘Mujeres y ciencia’ recoge las aportaciones de las mujeres científicas a lo largo de la historia. Los miércoles, ‘Cambio climático’ propone cómo implicarse para luchar contra este gran problema de nuestro tiempo. Los jueves, ‘Club de ciencia’ realiza experimentos de física y química de forma diferente. Los viernes, ‘Instrumentos astronómicos’ construye instrumentos para observar los cambios en el cielo. Los sábados, ‘Chispa mágica’ versa sobre ciencia y tecnología. Y los domingos, ‘Ciencia Random’ anima a expresar la creatividad personal a través de la ciencia y el arte.

 

La sala de proyecciones ofrece un total de ocho, que se irán alternando todos los días de la semana, con precios de 4 euros (adultos) y 3 euros (entre 4 y 18 años). Tres de ellas son especialmente dedicadas a los niños: ‘Abuela Tierra’, que cuenta cómo nació la Tierra y la Luna. ‘La niña que sabía cominar al revés’, que nos descubre los secretos de la luna y habla con los árboles. Y ‘Explorando el Sistema Solar’, un viaje por nuestro sistema, para conocer los planetas, cometas, asteroides, etc.

Y para el público en general, otras cinco proyecciones: ‘Mil millones de soles’, sobre cómo se mide la distancia de las estrellas; ‘Planetas extrasolares’, que plantea si hay vida en algún otro planeta; ‘Astronomía, 3000 años de observación del cielo’, con hitos astronómicos de la mano de Einstein; ‘Cielo profundo’, que invita a conocer nuestro fascinante Universo; y ‘De la Tierra al Universo’, un viaje hacia los astros más alejados de nosotros.

 

A las dos exposiciones permanentes del planetario –‘Islas Columbretes’ y ‘Mineralogía y Paleontología’– se suman dos temporales: ‘PlastiHistoria de la Música’, en la que los visitantes conocerán la historia de la música a través de figuras de plastilina; y ‘Eclipses de Sol’, que muestra los acaecidos en Castelló de la Plana durante casi un siglo y medio, entre 1860 y 1905. Estas exposiciones estarán abiertas al público de forma gratuita todos los días de la semana. Por la mañana, de 10.30 a 13.45 horas; y por la tarde, de 17.00 a 20.45 horas.

 

Muy interesantes serán las veladas de los miércoles del Planetario con observaciones mediante telescopio de los cuerpos celestes, de 22.30 a 00.30 horas.

 

     Más información en las webs https://www.castellonturismo.com/ y https://bit.ly/2JBYSAN

 

Menorca descubre los secretos de la isla de Lazareto, en el puerto de Maó

De agosto a octubre, los martes, jueves sábados y domingos hay visitas guiadas a este islote del puerto de Maó donde se realizaba control sanitario para prevenir epidemias

 

Navegar por el puerto de Maó –el segundo puerto natural más grande del mundo después de Pearl Harbour– tiene muchas sorpresas: la isla del Rey, la de la Cuarentena, la fortaleza de la Mola… ¡y la isla de Lazareto! Su nombre deviene de la fortaleza sanitaria que entró en funcionamiento en el siglo XIX para aislar temporalmente a los enfermos infecciosos que llegaban por barco desde Oriente y norte de África, evitando que entraran epidemias en la isla. El Lazareto cerró sus puertas en 1919 pero fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993. Hoy día es uno de los atractivos turísticos menos conocidos de Menorca… y escenario ideal para todo tipo de reuniones y congresos.

 

     Maó, capital administrativa y puerta de entrada aérea y marítima de Menorca, está plagada de atractivos turísticos. Algunos muy conocidos, como el Museo de Menorca (ubicado en el que fuera convento de Sant Francesc), la iglesia de Santa María, el bastión de Sant Roc, la fortaleza de la Mola… y otros no tan conocidos para el gran público, pero cargados de historia y encanto. Es el caso de la isla del Lazareto, ubicada casi a la entrada del majestuoso puerto de Maó, el segundo puerto natural más grande del mundo después del norteamericano y mítico Pearl Harbour.

 

Esta isla alberga un conjunto arquitectónico muy singular, construido entre 1793 y 1807 por orden de un ministro del rey Carlos III, el Conde de Floridablanca. Un Lazareto –establecimiento sanitario donde se trababan enfermedades infecciosas– creado al objeto de prevenir que la peste bubónica que pudieran traer barcos provenientes de Oriente o Norte de África penetrara en Menorca. Durante casi un siglo se convirtió en uno de los lazaretos más importantes del Mediterráneo occidental hasta que dejó de funcionar en 1919. Casi ocho décadas después, en 1993, fue declarado Bien de Interés Cultural.

Sumergirse en su apasionante entorno cargado de historia es posible gracias a visitas guiadas de dos horas y media de duración, que se realizan cuatro días por semana hasta el mes de octubre. Los martes, de 17.00 a 19.30 horas. Los jueves, de 10.00 a 12.30 horas. Los sábados, de 10.00 a 12.30 horas. Y los domingos, de 17.00 a 19.30 horas. El punto de partida es el Muelle de Calesfonts, en Es Castell (Maó) desde donde parte una embarcación hasta la isla de Lazareto. El precio de estas visitas es de 18 euros (adultos) y 9 euros (8-15 años).

 

Estructura del Lazareto de Maó

 

El recinto está rodeado por una muralla de piedra de 1,2 kilómetros, 7,5 metros de alto por 1,5 metros de ancho. En esta muralla se abrieron cuatro puertas que conducían a las tres zonas de aislamiento delimitadas dentro del Lazareto.

 

La ‘apestada’ estaba reservada a los tripulantes de barcos con epidemia a bordo. Contenía tres enfermerías con seis habitaciones, cocinas, retretes, lavatorios, un pozo de agua potable, locutorios y una torre de vigilancia. La ‘sucia’ albergaba a los navegantes que tenían enfermedades no infecciosas. Constaba de tres casas iguales para pasajeros con ocho habitaciones cada una, cuatro huertos, dos enfermerías, quince oratorios, cinco grandes almacenes, un corralón para ganado y una torre de vigilancia. Y la ‘sospechosa’, a los barcos que llegaban a puerto con algún enfermo entre sus tripulantes. El edificio principal estaba formado por tres alas y una galería con columnas de piedra en sus dos plantas. También contenía un pozo, una torre de vigilancia, una enfermería con ocho salas, un huerto con noria, una casa para el labrador y un almacén. Y en su parte sur, dos edificios iguales para alojar a patronos, pilotos y escribanos.

En sus cien años de servicio –desde 1817, cuando entró el primer barco, la bombarda española Antonia, hasta 1919, cuando cerró sus puertas– se atendieron 13.864 barcos para pasar cuarentena. Y un total de 111.184 pasajeros y 276.693 tripulantes fueron aislados entre sus muros. Actualmente, además de ser un atractivo turístico más de Maó y de Menorca, es un escenario ideal para todo tipo de reuniones y congresos.

 

   Más información en www.menorca.es y www.lazaretodemahon.es