Mesón Cuevas del Vino celebra seis décadas. Más de medio siglo dedicados a brindar a todos sus visitantes un viaje por los cinco sentidos en un rincón único de España.
Dejó dicho Carlos Gardel que ’20 años no son nada’… No debió de imaginar nunca lo que serían 60. Son los que cumple uno de los rincones gastronómicos más icónicos y reconocibles de la Comunidad de Madrid. Mesón Cuevas del Vino, un restaurante y museo catalogado de Interés Turístico, está situado en una edificación de casi tres siglos y protegida por el Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. Un lugar único en España, ya que de sus más de 3.500 metros cuadrados, son visitables unos 2000, con un estado de conservación excelente, donde poder descubrir un molino de aceite tricentenario, bajar a las cuevas más grandes del sur de Madrid o disfrutar de un asado cocinado en el horno de leña más grande de España…
En 1964, Don Narciso García Ortego tomó una decisión que no sólo cambió su vida, si no la de Chinchón. Si hoy en día la localidad madrileña es conocida mundialmente como un destino gastronómico de altísimo valor, sin duda es gracias a Narciso y su apuesta por abrir el Mesón Cuevas del Vino, un pionero en la restauración de Chinchón y un referente para los hosteleros de España.
Una de las cosas que hacen tan especial este Restaurante – Museo es el hecho de que Narciso no contaba con experiencia previa en hostelería. Licenciado en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, fue su empeño, tesón e ilusión lo que le motivó a abrir las puertas de este templo gastronómico, y, aunque los inicios fueron duros, tuvo la suficiente inteligencia y constancia para mantenerse firme y lograr que hoy, Mesón Cuevas del Vino sea reconocido internacionalmente. A lo largo de estos 60 años han sido muchos los galardones y premios cosechados. Algunos de la talla del Premio nacional de hostelería, Trofeo Internacional de Turismo y Hostelería, la Insignia de Oro al Mérito Profesional y la Medalla de Plata al Mérito Turístico.
Pero, para el visitante de a pie que no tiene la suerte (aún) de conocer ese Mesón, ¿Qué es lo que lo hace tan especial? De entrada conviene destacar que está ubicado en una antigua casa de labranza del siglo XVIII, en la que se cosechaba y trabajaba en la elaboración tanto de vino como de aceite, además del almacenaje de distintos tipos de cereal. Las almazaras, lagares, bodegas y cuevas, junto con el resto de dependencias, son las que llegan hasta nuestros días reconvertidas en salones, comedores y tabernas en las que el comensal puede disfrutar de una experiencia gastronómica exquisita.
Es a partir de los años 60 que empiezan las labores de reconstrucción y aclimatación del recinto para poder funcionar como restaurante. Y desde 1964 que abrió sus puertas el Mesón hasta el día de hoy, todo continúa exactamente igual. Cientos de personalidades de campos tan dispares como el mundo de la música, la política, la cultura, el teatro, o incluso la Casa Real, han compartido mesa y mantel en la casa de Narciso García Ortego y su familia. Miles de visitantes llegan cada año hasta Chinchón para admirar con los cinco sentidos un espacio único e irrepetible: contemplar cada estancia por la que no ha pasado el tiempo; tocar la piedra mientras descienden la escalinata que lleva a las cuevas; dejarse embriagar por los aromas que desprende cada plato que sale de las cocinas; detenerse un instante, solo un instante para escuchar el animado murmullo de una típica taberna en la que se entremezclan los golpeteos de los cubiertos en los platos, la alegre conversación y el tintineo de copas… y, claro, ¡Saborear una espectacular pieza de asado horneada como toda la vida!
Así es como Mesón Cuevas del Vino ha querido dejar su impronta estos 60 años: haciendo las cosas como antaño. Con dedicación, con cariño, con amor por la tradición, sin pasar por alto un solo detalle. Es por eso que Chinchón, que la Comunidad de Madrid y que España puede presumir de contar con un rincón en el que, desde que enfilas su largo pasillo de entrada hasta que llegas a la puerta de entrada, notas, sin importar cuantas veces lo hayas visitado, que llegas a un sitio diferente. Una vez que cruzas la puerta y dejas a un lado la cuadra para entrar, y lo primero que ves es un molino de aceite tricentenario, automáticamente empiezas a tener un duda razonable de en qué época te encuentras. A partir de aquí… ¡Comienza tu experiencia!
Más información: https://cuevasdelvino.com/
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