El Restaurante – Museo “Mesón Cuevas del Vino” dispone de 8 estancias diferentes en las que disfrutar de un encuentro gastronómico muy especial.
Un edificio de casi 300 años y que posee más de 3.500 metros cuadrados, de los cuales se pueden visitar más de 2.000, con un estado de conservación perfecto. El Restaurante – Museo “Mesón Cuevas del Vino” rezuma historia por cada rincón. No es de extrañar que en sus comedores haya alguna anécdota que contar, alguna historia o vivencia digna de recordar en sus 60 años de historia.
Nos adentramos en una antigua casa de labranza, donde se elaboraba y almacenaba aceite y vino, además de cereales. Dispone de cuadras, pajares, fragua, y albergaba viviendas para los trabajadores. Hoy en día, toda esa actividad se puede intuir e incluso apreciar por cada estancia del mesón, convertidas muchas de ellas en auténticos comedores en los que disfrutar de una gastronomía tradicional con un sabor único.
La Bodega.
Es el comedor más moderno del Mesón. Fundado en 1898, esta estancia contenía (y contiene) las tinajas de barro elaboradas a mano y cocidas en los hornos del vecino pueblo de Colmenar de Oreja. Cada tinaja era traída en carro tirado por mulas. Hoy es inevitable dedicarle un buen rato a mirar una por una la gran cantidad de firmas y dedicatorias de personajes ilustres y famosos que han querido visitar y degustar la cocina del mesón. A través de decenas de fotos, se puede hacer un completo recorrido por el ‘salón de la fama’ del Mesón Cuevas del Vino. La Bodega es un espacio versátil en el que se puede dar tanto servicio de cóctel, como sentados en mesa, dependiendo de las necesidades de los comensales.
El Molino.
Es el comedor principal, ya que es al primero que se accede a través de la cuadra, que es la entrada al Mesón. Nada más entrar, podemos observar unas impresionantes piedras troncocónicas de unos 1500 kg cada una con las que se molía la aceituna. A continuación, la pasta resultante era prensada gracias a una imponente viga de álamo negro, traída expresamente del norte de África hace 300 años, ya que en Europa no había árboles tan grandes.
El Atroje.
Esta estancia estaba destinada para ‘atrojar’ y almacenar la aceituna que iba a ser molida. Se trata de un espacio más reducido e íntimo, ideal para pequeñas reuniones, coffe breaks o almuerzos para un número de comensales no tan numeroso. Su chimenea, al igual que el resto de comedores que se encuentran en el interior de la casa, crea una atmósfera fantástica en los meses de más frío.
La Cascajera.
Este salón recibe el nombre en recuerdo de una de las parcelas de tierra de cultivo de la casa de labranza en la que se sembraban los ajos, vides, olivos y cereales. En esta estancia, reconvertida en comedor hace más o menos una década, se dejaban los aperos de labranza y se almacenaban los ajos, de gran fama y prestigio en la gastronomía de Chinchón.
El lagar.
Era el espacio destinado a la elaboración de vino. Es uno de los comedores más grandes del mesón y tiene una historia bastante curiosa. Sufrió un incendio, y tras cuatro horas ardiendo, de la impresionante viga que forma parte de la estructura de la prensa, similar a la del molino, solo se quemó un centímetro de su grosor, dando testimonio de su robustez. Hoy se puede apreciar un pequeño cuadradito negro en recuerdo de tan accidentado suceso.
Es un rincón con numerosos recovecos, como la fragua, que conserva el fuelle, la chimenea y el yunque en el que se forjaban las herraduras de los animales de carga. Sus diferentes alturas son propicias para diversos eventos y reuniones, como cóctel y baile.
La Prensa.
Cuenta con dos espacios: comedor y taberna. Es esta última, debido a su ornamentación y singular ambiente, es la que suscita mucho interés y da bastante juego para tomar un vino y disfrutar de un aperitivo. Conviene detenerse en los muchos detalles que alberga la estancia. La prensa, de quien recibe su nombre, es una versión más moderna y menos voluminosa, pero se empleaba igualmente para elaborar vino. Su amplitud es excelente para preparar distintos montajes en los que celebrar gran variedad de eventos. Pero lo que más llama la atención es su cuidada decoración que transporta a los comensales a un viaje en el tiempo.
Terraza.
Es una de las dos dependencias exteriores y lo primero que vemos al llegar. En su día era el punto de llagada de los trabajadores y los animales de carga, ya que conectaba directamente con las cuadras. Actualmente, es un espacio ideal para recepciones, cócteles o presentaciones al aire libre durante los meses de primavera y verano. También tiene acceso a La Prensa, lo que la convierte en una zona versátil y un punto de reunión magnífico para comenzar un evento.
Chiringuito.
A la izquierda de la terraza, según se accede por el pasillo de entrada, se encuentra este espacio, muy solicitado de mayo a septiembre. La estancia es formidable y consigue crear una atmósfera distendida gracias a su bar, sus mesas altas y el toque que aporta la fuente. Durante los meses en que está abierto se celebran varios eventos, especialmente por la noche, cuando la temperatura es mucho más agradable. Actuaciones musicales, presentaciones… Ideal para eventos que necesiten de espacios tanto al aire libre como a cubierto. Su decoración nada tiene que ver con el resto del Mesón, siendo esta más moderna, pero acogedora y cálida.
En cada rincón del Restaurante – Museo “Mesón Cuevas del Vino” se aprecia ese mimo y cariño por la tradición. Y aunque hoy en día estos espacios están adaptados a las nuevas tecnologías, no se pierde ni un ápice de su originalidad, convirtiendo este templo de la gastronomía española en un lugar de referencia para todo tipo de celebración. Con todas las funcionalidades que puedan proporcionar un hotel o espacio de congresos y eventos, pero, además, añadiendo ese plus de confort que da organizar un evento en un magnífico salón con chimenea, una ambientación exclusiva, en una genuina casa de labranza de más de 300 años de historia…
Más información: https://cuevasdelvino.com/
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