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Café de la Ópera: música y comida el maridaje perfecto

Madrid es una ciudad donde todo el mundo encuentra su lugar. Sin duda, la cultura tiene un lugar privilegiado en la capital. Muestra de ello es la gran infinidad de propuestas para todos los públicos que encontramos siempre en Madrid. La música también tiene un lugar importante, y su templo lo encontramos en el Teatro Real, en donde las mejores óperas llevan más de 200 años sobre las tablas.

Junto a este edificio se encuentra El Café de la Ópera, un lugar sin igual en donde poder disfrutar no solo de la mejor lírica, sino también de una oferta gastronómica impresionante. En “Una Cena Cantada”, El Café de la Ópera marida los mejores manjares para el paladar con la mejor lírica en directo. Óperas y Zarzuelas deleitan a los oídos, mientras la decoración, que acompaña a la música, sorprende a la vista. Del olfato y el paladar se ocupa la exquisita comida que encontramos. Una experiencia sin igual para los sentidos.

Esta experiencia es única, ya que los comensales no solo disfrutan de una cena con espectáculo, sino que pueden sentirse parte de la actuación gracias a la fantástica compañía artística propia de El Café de la Ópera, que hace partícipe a los asistentes en el espectáculo, interactuando con ellos. De esta manera, cada visita a El Café de la Ópera se convierte en una experiencia única, perfecta para disfrutar con familiares y amigos y poder vivir una velada que permanecerá siempre en la memoria de los asistentes.

Toda la información, disponible en www.elcafedelaopera.com.

Saboreando Roses… ¡entre cepas y copas!

La localidad gerundense, además de ser referente veraniego de la Costa Brava, destila aroma enoturístico integrada en la Ruta del Vino DO Empordà

 

El carácter mediterráneo de Roses también se refleja en los productos de la tierra. Como el vino, cuya cultura trajeron los griegos llegados a Empúries en el siglo VI a.C. y continuaron los romanos. 27 siglos después, los viñedos siguen profundamente arraigados en esta comarca proponiendo experiencias enoturísticas como la Ruta del Vino DO Empordà, integrada por 24 bodegas y cuatro museos. La localidad rosense es un lugar perfecto para descubrirla paso a paso y degustarla copa a copa, a pequeños sorbos que embriagan los sentidos.

         A las afueras de la localidad rosense, la bodega Coll de Roses puede ser un buen punto de partida para una inmersión enoturística en el Empordà gerundense cuyos paisajes están teñidos de viñedos. Y olfateando estos paisajes, una veintena larga de bodegas en pequeños municipios cercanos: Mas Llunes, Masetplana o la Cooperativa Agrícola, en Garriguella; Martín Faixó, en Roses; Espelt Viticultors o Gelamà, en Vilajuïga; Arché-Pagès, Gran Recosind o Grup Oliveda, en Capmany; Celler Cooperatiu, en Espolla; Masia Serra y Vinyes dels Aspres, en Cantallops; Castell de Peralada… Todas ellas ofrecen experiencias inolvidables, entre tintos, blancos, rosados y espumosos de una gran calidad.

       Roses invita a saborear garnachas (un tercio de los viñedos empordaneses), macabeos, moscateles o cariñenas, cuya variedad blanca –muy arraigada históricamente en la tierra– ya pueden embotellar las bodegas bajo la DO Empordà desde marzo. Y participa también de los grandes eventos anuales vinculados al mundo del vino, desde el Festival Vívid a la Muestra del Vino de Roses pasando por el Festival Sons del Món que cada verano, desde hace más de una década, une a diferentes localidades del Alt Empordà maridando música y vino en escenarios tan mágicos como la basílica gótica de Santa María, en Castelló d’Empúries, o la Ciutadella rosense. Porque Roses destila embriagador aroma vitivinícola.

Más información en: http://ca.visit.roses.cat/ y
https://www.doemporda.cat/es/ruta-del-vino-do-emporda.html

Azafrán, el ‘oro rojo’ menorquín

La isla da color y sabor a la gastronomía con un condimento de propiedades medicinales que, al cultivarse de forma ecológica, es de los de mayor calidad del mundo

 

Menorca ‘hila fino’ culinariamente lo que le ha valido ser Región Gastronómica Europea 2022. Y uno de sus productos menos conocidos ­–pero de gran prestigio internacional– es el azafrán, esas hebras que se extraen con paciencia de la flor que las produce. Un tesoro más de la tierra menorquina que requiere mimo y paciencia, que ha cambiado el color del paisaje de la zona central insular donde se cultiva. Un auténtico ‘oro rojo’ –por el elevado coste en proporción a su peso– que no solo mejora el sabor de los platos, sino que contribuye a hacer más saludable nuestra vida, por sus propiedades curativas.

    

     Antioxidante, antidepresivo, anticancerígeno, antienvejecedor, protector cardiovascular, digestivo, tonificante del sistema nervioso… ¡e incluso afrodisíaco! Aunque parezca mentira, son múltiples las propiedades de esta diminuta y delicada especia que popularmente asociamos a la gastronomía, pero cuyo valor –más allá del económico– va muy vinculado a la salud y el bienestar. Así lo han sabido ver y apreciar en Menorca, donde desde hace siete años se dedican a su cultivo en la finca Santa Margalida (Es Mercadal).

La flor del azafrán crece en tierras descubiertas, soleadas y sin árboles. Y, curiosamente, en Menorca hay testimonios del siglo XIII que hablan de los orígenes de este cultivo en la isla. La floración se produce en noviembre y se mantiene en óptimas condiciones durante unos 25 días, cuando se practica su recolección. En ISafrà tienen sembrados unos 20.000 bulbos, a mano y sin fertilizantes. Y se requieren 150.000 flores para completar 1 kilo de azafrán, o 450.000 pistilos. Su precio actual es de 15 euros el gramo, por lo que es uno de los productos más caros del mundo. Pero es el complemento perfecto para dar sabor y cambiar la cara a muchos platos y recetas milenarias. El azafrán menorquín es de los mejores del mundo porque está hecho con paciencia y cariño. Su auténtico ‘oro rojo’.

 Más información en: www.menorca.es

Formentera, comer, beber… ¡soñar!

Gastronomía tradicional, productos autóctonos, vino de la tierra… y sabor, mucho sabor. ¿Cómo degustarla? Siguiendo las 16 pistas de su mapa ‘slow food’

 

Frit de polp, Sofrit pagès, Calamars a la bruta, Bullit de Peix… Formentera atrapa, seduce y cautiva también por el paladar. Porque su decidida apuesta por la sostenibilidad abarca asimismo la gastronomía, en la que los frutos del mar combinan a la perfección con los productos de una agricultura de secano en la que destacan sus olivos. De ellos se extrae su exquisito aceite virgen –arbequino, picual, cornicabra–, joya de la dieta mediterránea. Y todo ello, con el maridaje de los vinos de sus dos bodegas: Cap de Barbaria, al sudoeste, y Terramoll, en la Mola. La pequeña Pitiusa invita también a soñar con el buen comer. ¡Formentera, apetece!

 

Descubrir la más pura esencia de esta isla balear no es solo ir al encuentro de sus afamadas playas y calas, o admirarla a través de sus 32 rutas verdes. Formentera ha editado también (en papel, digital y adaptado para smartphones) un mapa Formentera slow food’ con 16 lugares repartidos por toda la isla –La Savina, Es Pujols, Sant Francesc, Sant Ferran, Barbaria, Es Caló, la Mola– en los que pueden adquirirse todos los productos de proximidad que permiten saborear su deliciosa gastronomía: verduras ecológicas, hortalizas, frutas, carnes –como el cordero de Formentera–, quesos, morcillas, sobrasada…

Muy especial resulta el Peix sec, producto artesanal tradicional con un sabor único que se elabora con pescado cartilaginoso (raya) secado al sol, salado y envasado con aceite de oliva ecológico. Tentadores son también sus vinos. Los de la bodega Cap de Barbaria –Cap de Barbaria y Ophiusa– son tintos de las variedades Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell y Fogoneu. Los de la bodega ecológica Terramoll también apuestan por variedades autóctonas como Monastrell y Malvasía y ofrecen tintos (Es Monestir, Es Virot), blancos (Savina, Lliri Blanc, Es Vermut) y un rosado (Rosa de Mar). Y como guinda culinaria, deliciosos postres: el Flaó (pastel de queso fresco con hierbabuena), les Orelletes (dulce anisado) o la Greixonera (pudin de ensaimada).

 

Quien se anime a preparar uno de los platos típicos de Formentera puede hacerlo siguiendo las recetas que encontrará en: https://www.formentera.es/wp-content/uploads/2018/12/GASTRO_ES.pdf

 

              Más información en: www.formentera.es

Formentera, con los cinco sentidos

La isla balear hace aflorar todos los sentimientos desde el mismo instante en que el ferry que conduce a ella desembarca en La Savina

 

Ver y enamorarse con amaneceres y atardeceres desde sus dos extremos, junto a sus faros. Escuchar la sinfonía de un birding que congrega a más de 200 especies de aves a lo largo del año. Oler su peculiar flora paseando a pie o en bicicleta por sus 32 Rutas Verdes. Degustar su sabrosa gastronomía de proximidad amparada en la filosofía culinaria slow food. Pisar descalzos la arena de sus paradisíacas playas y calas sumergiéndonos luego en sus cristalinas aguas turquesa. Formentera es naturaleza
en estado puro… para disfrutar con los cinco sentidos.

 

 

La menor de las Pitiusas se despierta dando los buenos días al sol que amanece por el horizonte mediterráneo en su extremo oriental, el faro de la Mola; el mismo que inspiró a Julio Verne en una de sus grandes novelas: ‘Hector Servadac’. Y lo despide cada atardecer, por el sudoeste, en el faro del cabo de Barbaria, viendo cómo se acuna de nuevo en el Mare Nostrum mientras el cielo lo arropa tiñéndose de mágicos tonos rojizos.

 

Recorrer a pie el Camí des Brolls –de gran riqueza biológica y singularidad paisajística– que rodea el Estany Pudent, permite escuchar y observar a diferentes especies de aves, entre ellas los estilizados flamencos. Pero el birding es también sensible y visible en los islotes de Es Freus, santuario de aves marinas; en el Estany des Peix, en la meseta de Mola o en la planicie de Barbaria, donde revolotean la Sylvia Baleárica o la Terrera común.

Inhalar el aroma que destila el singular paisaje de pinos y sabinas, de romeros o enebros, es uno de los alicientes de sus Rutas Verdes, 32 circuitos polivalentes que entrelazan caminos que suman más de un centenar de kilómetros, la mayoría accesibles pedaleando. Entre ellas, las de Es Trucadors o el Camí de sa Pujada.

Del olfato… al gusto. Verdura ecológica, pescado seco, cordero, queso mixto (de cabra y oveja)… Formentera es gastronomía tradicional vinculada al mar y a la agricultura de secano, con productos autóctonos, vino de la tierra y mucho, mucho sabor. Todo, bajo una filosofía culinaria slow food (comer con tranquilidad valorando la calidad) de la que se ha editado un mapa-guía para localizar y adquirir producto local.

 

Y con mucho tacto. Así se siente también la pequeña Pitiusa; con la sensibilidad a flor de piel que supone caminar descalzos por playas y calas como Llevant, Caval d’en Borràs, Migjorn, Ses Platgetes, Es Pujols, Cala Saona… o la mítica Ses Illetes, siempre entre las mejores del mundo. Y luego, como no, ‘entregar’ los cuerpos al Mediterráneo para que sus cálidas y transparentes aguas los acaricien e impregnen de su mágica esencia natural.

 

www.formentera.es

Menorca, repóker de emociones

Reserva de la Biosfera, Destino Starlight, Destino Sostenible, Isla del Deporte, Región Gastronómica Europea 2022… Menorca lo tiene todo para enamorar

 

Practicar senderismo o running por su histórico Camí de Cavalls. Admirar su singular cultura talayótica. Relajarse al sol en su centenar de playas y calas para todos los gustos. Pasear a caballo. Degustar su sabrosa gastronomía de proximidad, que le ha valido el reconocimiento internacional. Cinco experiencias emocionales para desconectar y disfrutar en esta isla balear.

    

     Si Ulises, de regreso a Ítala, hubiera pasado por esta isla también habría quedado atrapada por ella. No por los seductores cánticos de sirenas descritos en ‘La Odisea’ de Homero sino por el magnetismo de su cultura talayótica… y por sus calas, recónditas y mágicas, que invitan a perderse, a detener el tiempo. Un oasis de relajación en el Mediterráneo, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Un iceberg de naturaleza y sosiego que ofrece mucho más de lo que puede verse a simple vista. Un tesoro emocional accesible a través de un repóker de experiencias como estas.

1 – Senderos de historia. Los mejores paisajes de la isla se contemplan recorriendo los 185 kilómetros repartidos en 20 tramos del Camí de Cavalls, una ruta senderista (GR223) cuyos orígenes se remontan al siglo XIV, cuando el rey Jaume II ordenó a los caballeros menorquines poner vigilancia a caballo por el perímetro costero.

2 – Piedras que hablan. Más de 1.500 yacimientos arqueológicos en apenas 700 km2 dan una idea de la importancia de la cultura talayótica menorquina, que se remonta a más de 4.000 años atrás, con navetas, talaiots, taulas, poblados y necrópolis, entre los que destacan la Naveta des Tudons (Ciutadella) o los poblados talayóticos de Trepucó (Maó) y Torre d’en Galmés (entre Alaior y Son Bou).

3 – Acariciando el Mediterráneo. Sus 216 kilómetros de recortada costa dan cobijo a un sinfín de rincones para disfrutar del mar. El sur es la zona más suave y la que protege mayor número de calas y playas, como Es Talaier, Macarella, cala Mitjana o Es Caló Blanc. El norte, más agreste y salvaje, sorprende con otras de formaciones rocosas y arcillas rojas, como Cavalleria, Pregonda, Cala Pilar o Binimel·la.

4 – A caballo o en bicicleta. De capa negra, fuertes crines y viva mirada. Así son los caballos menorquines, una de sus señas de identidad. Recorrer la isla a lomos de ellos es algo único. Como también hacerlo en bicicleta, a través de los 21 trazados cicloturistas perfectamente señalizados de una isla que apuesta por la sostenibilidad.

 

5 – Tentaciones para el paladar. Más allá de la Caldereta de langosta, su plato más conocido, la cocina menorquina es rica en matices y sabores. Una tradición con productos de proximidad, de mar y tierra; desde el pulpo o la raya, a la perdiz, la carne de vaca roja, el queso DO Mahón-Menorca… o incluso el vino. ¡Qué aproveche!

 

                                 Más información en: www.menorca.es