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DISFRUTA DEL ÚLTIMO PASEO PRIMAVERAL POR FORMENTERA

 

 

 

Formentera es un paraíso, si, ¡pero un paraíso floral! Eclipsado por sus playas y calas de aguas cristalinas (su más evidente reclamo veraniego) la menor de las Pitiusas es también un Edén por descubrir. Porque, más allá de su salvaje belleza, la isla atesora una variadísima flora autóctona arropada en una diversidad de zonas que combinan sus atractivos paisajes con la observación de especies únicas. Aunque ahora van apeteciendo los chapuzones, pasear por ella permite al visitante admirar sabinas retorcidas por el viento o bosques de pinos pero también enebros, romeros, brezos, tomillos, amapolas, margaritas, gladiolos, campanillas de las dunas, azucenas de mar, limoniums, eneas, carrizos … ¡e incluso delicadas y románticas orquídeas!
Porque Formentera… también es bella en primavera.

 

La naturaleza de Formentera se presenta de manera tan austera como privilegiada. Con la precipitación media más escasa de Baleares, la vegetación de la menor de las Pitiusas es capaz de mostrarse ante el visitante con todo su esplendor. Y de manera muy especial en primavera cuando estas joyas naturales han empezado a brotar como por arte de magia.

 

Adentrarse en los bosques de Formentera, dominados por sabinas y pinos, es también descubrir otros estratos herbáceos dignos de admirar. En lugares donde las condiciones del suelo permiten mayor densidad y desarrollo, aparecen las máquias (arbustos de altura entre 50 cm y 4 metros) e incluso especies como el madroño. En los de menor densidad hay mayor diversidad de especies, como el romero, el brezo, las jaras o los aromáticos tomillos. La presencia de encinas es testimonial. La Mola y Cap de Barbaria son las zonas donde los hábitats forestales se encuentran mejor representados. Estos ecosistemas forestales son esenciales tanto para retener el agua de las lluvias como para servir de refugio a la fauna silvestre.

 

Mención aparte merecen las orquídeas. Alcanzan una gran extensión y, por su importancia y fragilidad, están catalogadas como Hábitat de Interés Comunitario Prioritario por la Directiva de Hábitats. En Formentera existen 17 especies autóctonas. Crecen solo en suelos inalterados y bajo condiciones muy particulares. Y son conocidas por sus estrategias de polinización, basadas en el ‘engaño’ a determinados insectos.

 

Parte importante del suelo de Formentera está dedicado a la agricultura, con la higuera (símbolo de la isla) y la vid como cultivos más extendidos. También pueden verse almendros, algarrobos y olivos. Una interminable lista de plantas de preciosa floración primaveral llenan de aromas y colores los paisajes agrícolas y caminos interiores: amapolas, caléndulas, margaritas, gladiolos… También muchas plantas silvestres que crecen en la isla han sido utilizadas tradicionalmente por sus propiedades medicinales o culinarias. Como el ‘tomillo cabezudo’ (para elaborar licor de hierbas), las ‘collejas’ (verdura que es ingrediente principal de un plato autóctono, el cuinat, típico de Semana Santa) o el ‘hipérico’ (con el que se elaboraba un aceite de importantes propiedades curativas y cicatrizantes).

 

Las playas de Formentera acogen algunos de los sistemas dunares mejor conservados de las Baleares, como en Ses Illetes, Cavall d’en Borràs, Levante, Migjorn o s’Alga (en la isla de s’Espalmador). Incluyen una parte sumergida –los arrecifes que se forman por las praderas de Posidonia oceánica– y una parte emergida, las plantas que crecen sobre las dunas, con sus raíces profundas, retienen el sustrato arenoso y fijan estas dunas. Ellas albergan diversas comunidades de plantas, como la ‘rubia marina’, el ‘rábano de mar’, la ‘campanilla de las dunas’ o la ‘azucena de mar’. Y sobre las más alejadas del mar se asientan las sabinas.

 

Los saladares son un hábitat de gran singularidad donde crecen especies únicas. En Formentera se ubican en las inmediaciones de las salinas (estany Pudent, estany des Peix o las salinas Ferrer y Marroig) y en la pequeña laguna de s’Espalmador. Aquí aparecen diversas especies endémicas, como ‘Limonium formenterae’, ‘Limonium wiedmanni’ o ‘Limonium gosii’. Y en el Camí des Brolls, además de su Ruta Ornitológica hay algunas zonas de vegetación ligada al agua dulce, como eneas o carrizos.

 

Casi un 30% de las plantas catalogadas pertenecen a las comunidades litorales. Los tramos rocosos de primera línea de costa presentan vegetación más empobrecida. La más extendida es la ‘Limonium minutum’, exclusiva de Balerares, y el ‘Limonium cassonianum’ presenta flores blancas. Acompañando a estas especies suele estar el ‘hinojo marino’. Una buena representación de los hábitats litorales está en pequeños islotes como s’Espalmador o es Freus.

 

Los acantilados de la Mola y Cap de Barbaria custodian especies vegetales de gran valor naturalístico, como el ‘palmito’, única palmera autóctona de este territorio, en zonas inaccesibles de punta de sa Creu. La Mola es rica en endemismos, como la ‘Saxifraga corsica subsp. cossoniana’, diminuta planta de flores blancas. Pero es precisamente el endemismo el que genera encanto por su rareza. En Formentera hay más de una veintena de plantas endémicas.

 

¡Disfruta de el último paseo primaveral para descubrir una Formentera que no conocías!

 

Más información: www.formentera.es

BAROÑA, UN VESTIGIO FASCINANTE DE LA HISTORIA DE LA RÍA DA ESTRELA

Una de las postales más codiciadas por los viajeros que se adentran a conocer este fabuloso rincón de Galicia. La más alta de las rías baixas esconde rincones como este museo al aire libre.

 

 

El castro de Baroña es uno de los emblemas de la Ría da Estrela. Un tesoro vivo que permite, en un paseo entre los restos de sus murallas y sus viviendas, dar un salto secular en el tiempo, a la Edad de Hierro entre los siglos I a.C y I d.C. Su buen estado de conservación y los hallazgos en las sucesivas excavaciones han arrojado un poco de luz sobre cómo era la vida en tan recóndito lugar. Hoy en día, Baroña es uno de los pocos castros conservados basados en una economía básicamente marítima y recolectora, en el que además, ya se intuía un respeto y sentido de responsabilidad por las especies marinas, antes de que conceptos como la sostenibilidad estuvieran tan vigentes como hoy en día.

 

 

A medida que descendemos por el sendero que nos lleva la playa, llegamos a advertir una pequeña, pero imponente península (punta do Castro) delimitada por lo que en otra época fue una férrea muralla. El castro de Baroña, en el municipio de Porto do Son, es una ciudad en miniatura que en su tiempo fue perfectamente funcional, ya que hasta se encontraron restos de anzuelos y aparejos de pesca, así como restos de un horno en la zona norte del poblado donde se desempeñaron actividades relacionadas con la metalurgia y la minería.

 

 

El porqué de la elección de este emplazamiento para establecer un castro se deduce a simple vista. La disposición de la ponta do Castro otorgaba una defensa natural con el mar a la espalda y permitía centrar la defensa en la muralla que protege el istmo. Un foso de unos 60 metros de largo por 4 de ancho y una profundidad de unos 3 metros guarecían a unos habitantes que ocupaban viviendas circulares u ovaladas sin ventanas, protegidas a su vez por una segunda línea defensiva compuesta por piedra o arena.

 

 

De lo que también se debe percatar el visitante, es de la parte más alta del castro, donde se localiza un rincón singular que por sus características algunos estudiosos creen que podría tratarse de una especie de santuario. Sin embargo, no hay evidencias sólidas que lo certifiquen. Eso sí… ¡Qué vistas! La inmensidad del Atlántico de un lado. De otro, la bella estampa de las playas de Baroña y de Area Longa, dos arenales de unos 500 metros cada uno que, aunque separados por rocas, han acompañado al castro todo este tiempo conformando un verdadero reclamo para todos los buscadores de postales ávidos de un momento, de un instante como la caída del arco iris caminando por la playa de Baroña con la vista puesta en el horizonte, más allá del castro.

 

 

Sostenible por naturaleza, en la Ría de Muros Noia el concepto sostenibilidad ya estaba latente siglos antes de que este término se repita hoy en día de forma constante como un mantra. En las excavaciones arqueológicas ya se pudo vislumbrar que siglos atrás los habitantes respetaban las especies marinas, pues solamente se encontraron restos de bivalvos adultos, lo cual denota la importancia, el respeto y el sentido de responsabilidad en aquella época.

 

 

Gracias a las obras de rehabilitación iniciadas en 2012, hoy en día podemos disfrutar de uno de los rincones más genuinos de la Ría da Estrela. Un paseo por la historia, por el origen de una tierra y unas gentes que se han adaptado al entorno sin apenas alterarlo. De la cultura castrexa se ha escrito e investigado muchísimo, pero para los espectadores de a pie, no hay duda de que es un monumento de una belleza y un cierto halo de misticismo que lo hacen aún más atractivo.       

 

         

Más información: www.riadaestrela.com  

GORBEIA, EL CORAZÓN VERDE DE EUSKADI

Hay quien desconoce que a tan solo 20 minutos de Bilbao y de Vitoria-Gasteiz se esconde un paraje repleto de rincones únicos. Un lugar donde naturaleza, gastronomía, patrimonio y cultura confluyen brindando al viajero un muestrario de experiencias singulares en las que todo lo que hace maravillosa a una tierra como Euskadi lo tienes a tu alcance para vivirlo en una escapada.

 

Si bien territorialmente está repartido en tierras de Álava y Vizcaya, el Gorbeia es uno y además es único. Este Parque Natural, compartido por dos comarcas: la de Arratia-Nerbioi, en Vizcaya; y la Cuadrilla de Gorbeialdea, en Álava, es un reclamo para los amantes del senderismo y el cicloturismo. Con rutas adaptadas a todos los niveles y necesidades, solo queda preparar bien el calzado, la mochila, o engrasar bien la cadena de la bicicleta para dejarse llevar por un paisaje y un entorno espectacular. Con Gorbeia Bira, Bike Tour, tenemos kilómetros y kilómetros de puro disfrute. Para los amantes de la bici de carretera, puertos como los de Bikotzgane y Dima, además del tránsito por carreteras de baja densidad de tráfico que encontrarán en la zona de Zárate, Manurga y Etxaguen. Para aquellos que se decanten por la bici de montaña, 93 kilómetros para disfrutar de las encantadoras localidades de Murgia, Legutio y Otxandio. También el embalse de Urrúnaga, el Humedal de Saldropo, el bosque de las Burbonas, etc. Incluso podrán visitar el Centro de Interpretación del Parque Natural de Gorbeia en Sarria y el menhir de Kurtzegan. Y como plato fuerte, la cumbre de Gorbeia, una experiencia única que te recompensará con vistas impresionantes y una sensación de logro incomparable.

Caminar por Gorbeia no tiene desperdicio. Rutas cortas, medianas o largas para todo tipo de niveles, pero un denominador común: disfrutar del paisaje, de la historia y de una tierra con tesoros inimitables. Hayedos sacados de un cuento, donde el sonido de la naturaleza crea una bella atmósfera; cascadas vertiginosas como la de Gujuli, que con sus 100 metros de caída asegura una fotografía de valor incalculable; embalses y humedales de gran importancia ecológica y que nada tienen que envidiar a los grandes lagos de las películas; el silencio sobrecogedor de un monasterio centenario, el Santuario de nuestra señora de Oro, la mejor atalaya desde la que dominar el pulmón verde de Euskadi.

No es solo la naturaleza lo que hace de Gorbeia un destino sorprendente. Dentro de este entorno natural hay un patrimonio, una historia de siglos reflejada en cada elemento arquitectónico, en cada casa torre y cada palacio que refleja las disputas y entresijos de las relaciones entre los linajes y las familias nobles que habitaron Gorbeia. Como muestra, unos conjuntos medievales históricos, muchos de ellos declarados “conjunto monumental” por el Gobierno Vasco. Aunque también es posible contemplar la huella que ha dejado el ser humano en sus paisajes con las construcciones para oficios de gran importancia para el entorno rural como los caleros, molinos y canteras.

Lo rural, en Gorbeia es sinónimo de esencia, de raíces, de origen. Oficios como la alfarería vasca tradicional, la apicultura, el pastoreo, la quesería y por su puesto la micología, son actividades que han dotado de identidad a esta tierra. En Gorbeia el viajero no asiste como mero espectador, lo vive. Puede buscar setas acompañado por expertos. Puede crear un katilu con sus propias manos en un taller artesano. Puede enfundarse un mono de apicultor y extraer el mismo la miel de un panal. Puede aprender el oficio de pastor y a relacionarse con los perros que ayudan a desarrollar tan ancestral oficio.

 

Y es por esa esencia rural tan presente en Gorbeia, que su gastronomía tiene un marcado y reconocido carácter y sabor. El caserío, proveedor de sabor con su larga lista de productos, es el hilo conductor de una gastronomía sencilla, humilde, pero a la vez genuina y sabrosa. Productos como el queso, elaborado a partir de la leche de oveja latxa; las sidras, cervezas y el txakoli artesanal; verduras y hortalizas frescas de la huerta; el pan, la leche y los huevos, recolectados a diario a la manera tradicional; o la carne procedente de animales criados en total libertad y de forma ecológica, en armonía con la naturaleza y las costumbres; con la misma ilusión y profesionalidad de siempre. Todos los ingredientes indispensables para conformar una gastronomía reconocible, llena de sabor y de tradición.

Gorbeia, que en torno a un monte con el mismo nombre despliega todo un abanico de experiencias, de vivencias y recuerdos imborrables, es ante todo un territorio en el que sus gentes abren sus brazos para recibir a todos aquellos decididos a dejarse llevar por un enclave de inusitada belleza. El corazón verde de Euskadi late, siente y vive por su gente para que sean los mejores prescriptores del auténtico tesoro que tienen ante sí cada día y lo transmitan a los viajeros que aún no saben lo que les queda por descubrir de esta maravillosa tierra…

 

 

 

 

 

 

 

TORRELODONES ES UN CRUCE DE CAMINOS

Este municipio cuenta con recursos naturales que te harán desconectar de tu vida cotidiana mientras paseas alejado de la ciudad y respiras aire puro.

 

 

 

Torrelodones ofrece a los visitantes la oportunidad de adentrarse en un oasis verde apartado de la vorágine de la capital. Sus senderos, caminos y rutas son un plan perfecto para explorar rincones distintos, respirar y disfrutar de la naturaleza. Un lugar donde el tiempo parece detenerse y cada momento se convierte en una experiencia inolvidable.

 

¿Estás listo para escapar de la rutina y sumergirte en la belleza natural de este destino? Te invitamos a descubrir los secretos ocultos de este municipio, que te permite reconectar con la esencia de la vida.

Torrelodones cuenta con cuatro caminos perfectos para explorar la naturaleza de este municipio. En primer lugar, el camino del Prado de La Solana, que comienza en la Calle Miramadrid, en la urbanización Bella Vistay se sitúa al este de la localidad, en un entorno de arbustos y salvias. Esta senda discurre por un trazado señalizado y apacible, en la que disfrutar de primera mano de un paisaje compuesto por la vegetación típica mediterránea; rotundifolia, Cistusladanifer o Salvia rosmarinus.

 

 

En segundo lugar, el Camino de los Bomberos, una ruta ideal para hacer en bicicleta o a pie. Con una longitud de 3 km, se localiza en la zona centro del municipio. Esta vía irregular se encuentra en un entorno repleto de matorrales dispersos y vistas a encinares, a la que se accede desde la urbanización Torre Alta, en la zona de las Marías, recorre en paralelo la autopista y pasa bajo la Atalaya de Torrelodones y llega al paso bajo el puente. A continuación, rodea la carretera de incorporación, atraviesa la explanada y toma un camino ancho que circunvala la urbanización ‘Los Bomberos’. En esta parte del recorrido ofrece unas fantásticas vistas de la línea ferrocarril y el barrando del Estudiante. Para terminar, pasaréis por la calle asfaltada, cruzaréis el puente sobre la A-6 y recorreréis la avenida Joaquín Ruíz Jiménez hasta llegar al campo de fútbol.

 

En tercer lugar, el Camino del Pardillo es una travesía que podréis comenzar en la propia plaza del Ayuntamiento tanto a pie como en bicicleta. Apenas 1 hora andando, o 25 minutos pedaleando, os permitirá recorrer la zona sur del municipio atravesando encinares carpetanos hasta llegar a la Presa del Gasco. Este itinerario transita por el Parque Regional del Curso medio del río Guadarrama, y otros recursos patrimoniales. Un verdadero atractivo natural.

 

Por último, el Camino del Pendolero es una ruta fácil localizada al este del municipio, junto a la Tapia de El Pardo, y que discurre por una pista en buen estado. 10 minutos paseando partiendo desde el cruce de la Avenida del Pardo con la Avenida del Hito, conecta la zona urbana de Los Peñascales con las pistas que discurren hacia Hoyo de Manzanares.

 

Torrelodones, un tesoro escondido en la Sierra de Guadarramaque invita a los aventureros y amantes de la naturaleza a sumergirse en sus paisajes cautivadores y a descubrir sus tesoros ocultos. Este encantador municipio ofrece cuatro caminos perfectos para explorar su entorno natural, cada uno con su propio encanto y belleza única. Estas sendas se potenciarán desde la Concejalía de Turismo, dirigida por Felipe Pinto, como uno de los grandes atractivos de la localidad.

 

 

 

Para más información: https://www.torrelodones.es/

LAS FERVENZAS, UNA POSTAL ANSIADA POR LOS VISITANTES DE LA RÍA DA ESTRELA

Argalo, Toxosoutos o Ribasieira son algunas de las cascadas más bonitas que se pueden encontrar en la ría. Auténticos parajes naturales mucho más bellos que cualquier imagen.

 

 

El continuo discurrir de ríos y arroyos por este territorio generan algunos saltos de agua que constituyen verdaderas obras de arte natural. Rincones donde el sonido del agua se une al canto de los pájaros y adereza la estampa un juego de luces que, según la hora del día, regala una estampa u otra, igual de disfrutable. Las fervenzas (cascadas en castellano), son una excusa para admirar el entorno natural privilegiado de una ría con múltiples rincones por descubrir. El verdadero tesoro no es la fervenza en sí, sino el recorrido hasta llegar a ellas.

 

 

Las decenas de ríos que recorren la ría hasta desembocar en el mar cincelan el paisaje de esta ría, dejando tras de sí impresionantes  vistas que los amantes del senderismo y la naturaleza aprecian por su singular belleza. Hay tres de ellas muy destacables (sin desmerecer al resto, claro) que escenifican muy bien el valor visual y paisajístico de este recurso de la ría: Argalo, Toxosoutos y Ribasieira.

La de Argalo es una de esas fervenzas que, tras unas semanas de tiempo inestable, muestra todo su esplendor con un hermoso caudal de agua. Llegar a ella no tiene demasiada complicación. Se hace por un antiguo camino de carros paralelo al río Vilacoba, adentrándonos por un bosque autóctono en el que fresnos, robles, alisos y castaños filtran los rayos de sol, proporcionando unos espacios de fresca sombra, ahora que las temperaturas amenazan con subir. Si hay suerte, el caminante podrá encontrar en su recorrido algún lagarto verdinegro, un mirlo acuático, o un ciervo volante (el escarabajo más grande), que a principios de junio aumentan las posibilidades de dar con él.

Con sus 7 metros de altura, la cascada de Argalo es la más grande de Noia. Eso sí, acceder a ella cuesta un poco, ya que se encuentra en un talud, de no muy fácil acceso, aunque se puede acceder a la parte inferior y superior del salto. A algunos les puede llamar la atención la poca señalización en el acceso, pero es parte de su encanto, ya que le confiere un aspecto más natural y menos masificado.

La siguiente fervenza nos lleva hasta el concello de Lousame. Antes de desembocar en Vilacoba, el río san Xusto deja bellas postales a su paso, como es el caso de estas dos cascadas. Partiendo desde el monasterio de Toxosoutos, remontaremos río arriba, encontrando a nuestro paso dos molinos que se servían de la bajada del río. A unos 100 metros de un recorrido salpicado de pozas, pequeños saltos y frondosa vegetación, está la primera cascada. La segunda, la más conocida y fotografiada, llega tras recorrer pasarelas que permiten pasar de una orilla a otra, haciendo el paseo no solo más fácil, sino que de paso nos hacen sentir parte del curso de este río. El recorrido está preparado para que los caminantes con menos experiencia lo realicen sin muchos problemas pese al desnivel que el agua va salvando a saltos.

Por último, la fervenza de Ribasieira, la más grande de la sierra de Barbanza, con sus 20 metros de altura, proporciona una foto espectacular a quienes la buscan. ‘Escondida’ en el valle que forma el mismo río Sieira, nuestros pasos nos llevarán a la Iglesia de San Pedro da Madalena. Desde allí, sólo queda un leve ascenso de unos 600 metros por una senda de fácil acceso. Dejaremos atrás los restos de un molino antes de llegar a una bifurcación. A la izquierda, la posibilidad de ver las cascada desde abajo. A la derecha, la subida para admirar el salto de agua desde arriba. Después es recomendable volver sobre los pasos y bajar por un sendero que nos lleva a la poza inferior, un lugar de cuento desde el que se divisa el punto en donde comienza a descender el agua, deteniéndose en varias pozas que se forman con distintos tamaños y profundidades, y que termina en los últimos saltos que realiza el agua antes de continuar su transcurso.

Lo mejor de vivir y recorrer estos singulares parajes, es que sin duda te harán querer buscar más rutas, más rincones ocultos en esta ría que aguardan a ser descubiertos por los amantes de la naturaleza, los paisajes poco tratados por la mano del hombre y ese encanto natural ciertamente icónico de la Ría da Estrela.

 

 

Más información: www.riadaestrela.com  

EL CAMINO DE SANTIAGO TAMBIÉN PASA POR LLERENA

 

 

 

‘Caminante se hace camino al andar, y los pasos a tu destino te guiarán…’ Es por eso que quien busca unos días de desconexión o un reto de superación, elige disfrutar del Camino de Santiago. El Camino de la Frontera es una ruta dividida en 20 etapas en las que recorrerás tres provincias distintas; dos andaluzas y una extremeña. Entre las 25 localidades por las que transcurre, Llerena te sorprenderá por su majestuosa iglesia de Santiago Apóstol y su gran plaza. 

De Llerena se puede llegar a Santiago de Compostela. Esta fantástica localidad de la Campiña Sur es el inicio y cierre de una de las etapas del Camino de Santiago de la Frontera, una ruta jacobea que inicia en la población de Olvera, en Cádiz, y finaliza en Los Santos de Maimona, en Badajoz.

El camino transita por Andalucía y Extremadura. Durante las primeras dieciséis etapas conoceréis la provincia de Sevilla como nunca antes lo habíais hecho, saliendo desde la localidad gaditana de Olvera hasta llegar a la provincia de Badajoz, por Fuente del Arco.

Una vez que os adentréis en Extremadura, los paisajes cambiarán y descubriréis un destino cercano, extenso y tranquilo, donde disfrutar de su maravillosa naturaleza y espacios protegidos mientras camináis por etapas de entre 13 y 25 kilómetros. En la decimoctava etapa, con salida desde Fuente del Arco, predominarán los caminos de tierra rodeados de olivos y tramos en los que habrá que cruzar vías de tren por su paso a nivel. Tras 16.72 km por fin llegaréis a Llerena. Este destino ofrece a sus peregrinos un albergue diferente en el que hospedarse y descansar, que destaca por su baño modernista al más puro estilo Gaudí.

 

Una vez en Llerena, podréis visitar la Iglesia de Santiago Apóstol, un edificio de estilo gótico tardío hispano-flamenco. Este templo fue fundado por D. Alonso de Cárdenas, último maestre de la Orden de Santiago, para su enterramiento. Su prematura muerte truncó el proyecto inicial y sus herederos modificaron el proyecto, dejando la obra en una sola nave con materiales más económicos. También podréis conocer otros maravillosos edificios como el Convento e Iglesia de Santa Clara, la Iglesia de Nuestra Señora de la Granada, el Palacio Consistorial, su muralla, las puertas de Villagarcía y Montemolín o Plaza España, todas ellas verdaderas obras maestras.

 

El Camino de Santiago de la Frontera es una ruta que fusiona historia, cultura y naturaleza, revelando un tesoro oculto en su recorrido: la encantadora localidad de Llerena. Situada en la pintoresca Campiña Sur, Llerena es un destino que cautiva a quienes tienen el privilegio de conocerlo.

 

 

 

 

 

 

 

Más información: turismo.llerena.org