Un producto local de lujo, mimo y cuidado en los pequeños detalles y ese inconfundible toque slow que caracteriza a la más pequeña de las islas Pitiusas… ¡A comer!
Todo viajero que empieza a otear el puerto de La Savina en su llegada desde Ibiza, ya comienza a imaginar su estancia en la isla: las calas de impresión que va a recorrer noche y día; las decenas de rutas verdes en las que dejarse llevar por la naturaleza; atardeceres en sus icónicos faros de La Mola y Cap de Barbaria; sus mercadillos; sus gentes… Y, sí, también su cocina. Formentera puede presumir con mucho orgullo de tener una gastronomía con identidad propia, auspiciada por un producto local de primer nivel, pero sobre todo, por tener muy clara una idea: trabajar con mimo los productos y siempre desde la sencillez. Como muestra, un ejemplo claro, la ensalada payesa, elaborada con productos de la huerta y el emblemático ‘peix sec’.
Sal líquida, vino, miel, higos secos, queso fresco, bescuit (pan seco) y el anteriormente citado peix sec. La sencillez de la cocina de Formentera es su principal punto fuerte. Una gastronomía donde el producto cobra una gran importancia. Las condiciones ambientales y geográficas de la isla hacen que, por ejemplo, su vino sea único. Su evidente aislamiento del continente salvó a los viñedos, que en Europa fueron asolados por la plaga de filoxera en el siglo XIX. Las suaves temperaturas y la brisa mediterránea otorgan a las 80 hectáreas de viñas un toque característico muy apreciado para los amantes de la enología.
Otro producto de gran valor culinario es la miel. La gran variedad de flora de secano y la ausencia de productos químicos en el campo son algunas de las razones por las que este oro de tonos ámbar es tan codiciado. En el caso de los higos secos se vuelve a poner de manifiesto la importancia del ecosistema en el que se desarrollan los productos. Gracias al anís y el laurel con los que se aromatizan en el proceso de elaboración, este manjar típico de la isla nunca puede faltar acompañando un rico queso fresco elaborado con leche de la zona (a base de cabra y oveja) y unas almendras.
Con estos ingredientes como base se articula una gastronomía con identidad propia, con ese sello slow, santo y seña de la isla. Una vez sentados a la mesa, el comensal puede deleitarse con unos ‘calamars a la bruta’ (en su tinta). Este plato es tan llamativo porque combina calamar con butifarra y sobrasada, potenciando notablemente el sabor. Pero si es de sabor de lo que hablamos, no puede faltar en la velada un ‘frit de bestiar’ (cordero frito). Una carne intensa donde las haya como es el cordero, frito con patatas, ajo, pimientos y tomates. Un plato intenso, muy sabroso y lo más importente de todo: sencillo. Y es en la sencillez donde se hace hincapié con el plato estrella de la gastronomía de Formentera: la ensalada payesa. Una preparación que pone de relieve los orígenes de un pueblo humilde, que aprovechaba lo que había en las casas y que como resultado se obtuvo un plato fresco y sencillo. Pimiento, patata cocida, cebolla, tomate, el pan seco o bescuit y el peix sec, una rica pieza de pescado dejado a secar al aire, recibiendo la brisa salina del mar y aportando ese toque que indudablemente las papilas gustativas reciben al primer bocado, mandando una señal al cerebro que dice… “¡esto sabe a Formentera!”.
Más información: https://www.formentera.es
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