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DEVOCIÓN EN CASTILLA-LA MANCHA. MIL Y UNA HISTORIAS DE SEMANA SANTA

Déjate llevar por cinco provincias volcadas completamente a su tradición y cultura a través de pasos, tamborradas y representaciones teatrales de alto valor emotivo.

 

 

A lo largo y ancho de Castilla-La Mancha se respira fervor, devoción y una emoción contenida que, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, se va dejando aflorar en sus pueblos y ciudades. Semanas Santas hay muchas, y cada uno presume de la suya con orgullo. Es prácticamente inabarcable condensar todas las manifestaciones de arte sacro, folclore, artesanía y cultura en una comunidad tan extensa, pues en sus cinco provincias, Castilla-La Mancha aglutina algunas de las celebraciones más emblemáticas de España.

 

En Toledo, por ejemplo, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2014, la Semana Santa alcanza su máxima expresión con procesiones nocturnas que iluminan el casco histórico, donde cofradías centenarias desfilan con pasos de arte sacro. Entre ellas, destaca la emotiva Procesión del Cristo de la Vega, acompañada de cantos y rituales únicos que reflejan la devoción y tradición toledana. Ocaña, Talavera de la Reina, Quintanar de la Orden, Villacañas, Corral de Almaguer, Carmena, Cebolla o Novés son algunos de los destinos que merece la pena recorrer estos días para quedar prendados de procesiones en las que el silencio sepulcral, la luz de las velas y la implicación de todo un pueblo crean una atmósfera irrepetible.

 

La Semana Santa en Ciudad Real, declarada de Interés Turístico Nacional, destaca por sus procesiones con 34 pasos de gran valor artístico, donde hermandades desfilan con túnicas y música que crean un aura única. Desde el Domingo de Pasión hasta el Domingo de Resurrección, la devoción y el arte se fusionan en una experiencia emocional profunda. En la provincia son de obligada visita Villarubia de los Ojos, Campo de Criptana o Daimiel. Por no hablar de la Ruta de la Pasión Calatrava, un itinerario de cinco días que recorre diez municipios del Campo de Calatrava, ofreciendo una experiencia que combina religión, cultura y tradición. Desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección, se celebran escenificaciones históricas de la Pasión de Cristo, acompañadas de romances y músicas locales. La gastronomía, con dulces como la flor de Calatrava, y la artesanía, como las mantillas de encaje y las armaduras de las cofradías, enriquecen esta celebración. Esta ruta permite descubrir el patrimonio cultural, natural y gastronómico único de la región, heredado de la Orden de Calatrava. El Juego de las Caras, una tradición de la Semana Santa Calatrava, destaca en Calzada de Calatrava. Inspirado en el sorteo de la túnica de Cristo, el juego enfrenta a jugadores (llamados «puntos») y la banca. Se lanzan dos monedas: si ambas son cruz, gana el jugador; si ambas son cara, gana la banca; si son diferentes, se repite el lanzamiento. Esta ceremonia combina historia, cultura y tradición en un ritual único.

 

La Semana Santa de Cuenca, declarada de Interés Turístico Internacional, destaca por su belleza y el escenario medieval del Casco Antiguo. Las procesiones, desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, alcanzan su punto culminante con las Turbas en la madrugada del Viernes Santo, donde tambores y silencios crean una atmósfera única. Esta celebración combina tradición, devoción y un profundo arraigo entre los conquenses. Coincide además con la Semana de Música Religiosa de Cuenca (SMRC). Celebrada desde 1962, es uno de los festivales más antiguos de España y fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1979. Con más de 900 conciertos y 300.000 asistentes de todo el mundo, se ha consolidado como un evento cultural de proyección global. Inicialmente en iglesias como San Miguel y San Pablo, ahora se celebra en el Teatro Auditorio de Cuenca y otros espacios emblemáticos como Uclés y Arcas. La SMRC combina música litúrgica, antigua y contemporánea, destacando por su propuesta única que abarca más de diez siglos de creación musical. En la provincia se puede disfrutar también de la Semana Santa de Tarancón, una ciudad que durante una semana se transforma en la Jerusalén en la que vivió Cristo, con toda una localidad volcada en representar los últimos días de Cristo. Motilla del Palancar vive unos días similares con su Pasión y Muerte, de especial emotividad y una ambientación muy lograda.

 

La Semana Santa de Guadalajara, declarada de Interés Turístico Regional en 1999, se caracteriza por ocho procesiones llenas de solemnidad y fervor, donde nazarenos descalzos y con cadenas cumplen promesas. Destacan el Lavatorio del Jueves Santo y el Vía Crucis del Viernes Santo, celebrados por la Cofradía de los Apóstoles. Este evento, arraigado en la cultura local, atrae a miles de visitantes y muestra el patrimonio monumental de la ciudad, siendo una expresión viva de religiosidad y tradición. Merece la pena también visitar en estas fechas la localidad de Hiendelaencina, un pueblo de no más de 150 habitantes en el que se da vida a pasajes como la Última Cena, Huerto de los Olivos, Juicio ante Caifás, ante Pilatos, la subida al Calvario y la Crucifixión.

 

Por otra parte, la Semana Santa de Albacete, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2017, incluye 21 procesiones organizadas por 14 cofradías, desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección. Destacan la Procesión del Silencio del Jueves Santo y la procesión infantil del Lunes Santo. Con 36 tallas y pasos portados por costaleros, la celebración combina solemnidad, belleza y tradición. Es en la provincia donde se pueden disfrutar, además, de espectaculares representaciones como las de La Roda, Villarrobledo, El Bonillo, Chinchilla de Montearagón, y las tamborradas de Hellín, Tobarra y de Agramón. Si hay algo que encoge el alma son los minutos previos de silencio, interrumpidos abruptamente por un estruendo de tambores y bombos que crean una escena ensordecedora, pero genuinamente atractiva.

 

Que Castilla-La Mancha sea tu destino esta Semana Santa es algo fácil de adivinar. Que puedas elegir entre la inmensa cantidad de opciones para vivir la pasión y el fervor de estos días será lo más complicado. Sin embargo, esta tierra te cautivará desde el primer minuto para que quieras repetir siempre.

 

Más información: https://www.turismocastillalamancha.es/

UN VIAJE AL CORAZÓN VERDE DE MENORCA… ¡S’ALBUFERA DES GRAU!

La principal zona húmeda de la isla es un fascinante ecosistema natural con variados hábitats, desde estanques a bosques de acebuches, encinas y pinares pasando por sistemas dunares.

 

 

En el norte de Menorca, donde el mar se funde con la tierra en un abrazo de lagunas, dunas y bosques, se encuentra s’Albufera des Grau, el pulso verde de la isla. Declarado Parque Natural en 1995, este espacio de 5.100 hectáreas es el núcleo de la Reserva de Biosfera menorquina, un título concedido por la UNESCO en 1993 que refleja el equilibrio entre la conservación de la naturaleza y la vida tradicional.

 

No es difícil entender por qué. Aquí, el paisaje es una sinfonía de ecosistemas: estanques de aguas tranquilas, acebuches retorcidos por el viento, playas de arena blanca, acantilados tallados por el Mediterráneo y praderas submarinas donde nadan numerosas especies acuáticas. Pero, sobre todo, s’Albufera des Grau es un santuario para la fauna, especialmente para las aves. Águilas pescadoras, milanos reales y fochas comunes comparten espacio con la lagartija balear, un reptil que no existe en ningún otro lugar del mundo.

El Parque alberga también elementos patrimoniales, como el poblado talayótico de Sa Torreta de Tramuntana, del que se conserva el talayot, el recinto de taula, algunas casas y la base de una naveta funeraria. Cerca de este poblado hay una torre de defensa medieval: y algo más lejos, otra torreta del siglo XVIII. Diversas pasarelas de madera permiten recorrer todo este humedal, auténtico ‘corazón verde’ de Menorca.

Tres caminos para perderse (y encontrarse)

El parque ofrece tres rutas bien diferenciadas, cada una con su propio carácter. Todas parten del Centro de Interpretación, donde conviene detenerse para entender la riqueza de este entorno.

  1. Sa Gola (2,2 km)

Ideal para una primera aproximación, este sendero llano y accesible bordea el canal que conecta la laguna con el mar. El paseo, sombreado por pinares, atraviesa dunas y permite observar aves como garzas o chorlitejos. La cercanía de la playa de Es Grau —una bahía de aguas tranquilas— invita a un baño refrescante, incluso en pleno verano.

  1. Santa Madrona (2,8 km)

Para los amantes de la ornitología, esta ruta pedregosa y abierta es la mejor opción. En invierno, cuando las aves migratorias llegan a la laguna, el espectáculo es único: flamencos, cigüeñuelas y patos coloridos se dejan ver entre los juncos. Conviene llevar prismáticos y evitar las horas de mayor calor, ya que no hay sombra.

  1. Mirador de Cala Llimpa (1,7 km)

La más breve, pero también la más dramática. El camino serpentea por el borde sureste de la laguna, regalando vistas panorámicas sobre el agua y los acantilados. Al final, una plataforma elevada permite contemplar la cala Llimpa, un rincón rocoso de aguas turquesas. Es un recorrido para hacer con calma, deteniéndose en cada mirador.

El omnipresente Camí de Cavalls también cruza Es Grau en dirección al Faro de Favaritx, regalando postales de ensueño y permitiendo conocer auténticas calas vírgenes de Menorca como Cala Tortuga y Cala Presili.

La guinda: Es Grau y la isla d’en Colom

Ninguna visita estaría completa sin pasear por Es Grau, el pequeño pueblo pesquero que da nombre al parque. Sus casas blancas, sus barcas varadas y su ambiente tranquilo son el epílogo perfecto. Desde su puerto parten excursiones a la isla d’en Colom, un islote virgen con playas de arena fina y aguas transparentes.

S’Albufera des Grau no es solo un parque. Es la esencia de Menorca: un lugar donde el tiempo parece detenerse, donde el viento huele a sal y a pino, y donde cada sendero es una invitación a conectar con lo esencial. Como escribió Jules Verne, “la naturaleza es la mejor maestra de la verdad”. Aquí, esa verdad se llama pureza.

Más información: www.menorca.es

DECUBRE UNA SEMANA SANTA ÚNICA ENTRE CASTILLOS, FORTALEZAS Y MONUMENTOS

Emoción, pasión e historia son los ingredientes para vuestra próxima aventura, en la que recorrer la geografía española.

La Red de Patrimonio Histórico os invita a vivir una Semana Santa diferente con visitas especiales a algunos de los castillos más impresionantes de España. No dejéis pasar la oportunidad de conocer la geografía española a través de cualquiera de las joyas arquitectónicas con las que cuenta la Red.

 

La Semana Santa es un momento ideal para descubrir nuestro país, no sólo promovidos por el olor a incienso y las procesiones. Por este motivo, la Red de Patrimonio Histórico ha preparado una propuesta especial, para todos los amantes de la historia y la cultura.

El Castillo de Loarre, situado en la provincia de Huesca en la frontera natural entre el Vall del Ebro y la Cordillera de los Pirineos, es considerado una de las fortalezas románicas mejor conservadas de Europa. Este monumento fue construido en el siglo XI, y actualmente tiene gran parte de su estructura original intacta, lo que permite a los visitantes experimentar la grandeza de una fortaleza medieval, de la que destacan sus dos torres principales y la capilla románica de Santa María.

En 1906, el Castillo de Loarre fue declarado Monumento Nacional por su incalculable valor histórico, cultural y patrimonial.  En la actualidad, la fortaleza ha dado un paso más allá siendo propuesto por la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados como candidato a Patrimonio Mundial ante la Unesco.

El Castillo de Chinchilla de Montearagón es una imponente construcción con siglos de historia y un pasado ligado a la Corona de Castilla, que se ubica a tan solo 13 kilómetros de Albacete y domina el horizonte desde el cerro de San Blas.  Este monumento fue reconstruido en el siglo XV por Juan Pacheco, Marqués de Villena, con muros de mampostería y torres cilíndricas.

El municipio de Chinchilla de Montearagón no solo cautiva por su castillo sino también por su Semana Santa, en es especial por la celebración del ancestral Canto de la Pasión, un evento único que añade un atractivo más a la visita.

El Palau Ducal dels Borja, en Gandía, declarado Bien de Interés Cultural desde 1964, es uno de los edificios más representativos del Patrimonio Histórico Valenciano. Allí los visitantes podrán disfrutar de diferentes actividades como: una visita guiada al Palau Ducal, con una duración de 52 minutos y un precio desde 4 euros. También, ¿Dónde están las llaves del Palau? una actividad en la que los niños descubrirán un enigma mediante un juego de pistas, con una duración de 45 minutos y un precio desde 4 euros.

Otra propuesta puede ser vivir el Universo cofrade, en el Museo de la Ciudad de Antequera. Esta visita monográfica con teatralización os hará vivir un viaje inmersivo por las diferentes obras cofrade expuestas allí, desde una visión histórica conoceréis el origen de las cofradías y las procesiones de Semana Santa, el simbolismo y la riqueza artística de los pasos y elementos penitenciales.

Esta actividad tiene una duración aproximada de 45 minutos, los días 5 y 12 de abril, a las 12:00h, con un precio desde 4 euros.

Estas actividades os ofrecen una oportunidad única para conocer España desde una perspectiva histórica, con propuestas exclusivas. La Red de Patrimonio Histórico os muestra una forma diferente de vivir la Semana Santa, un placer más allá del incienso y las procesiones.

 

Más información:
https://www.spainheritagenetwork.com/
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DÉJATE EMBAUCAR POR LA MAGIA NATURAL E HISTÓRICA EN UNA ESCAPADA PRIMAVERAL

La Ría da Estrela es un muestrario inagotable de postales únicas que, llegada la primavera, se disfruta de una forma diferente.

 

 

En el noroeste de España, donde el Atlántico besa la costa gallega con furia y delicadeza, se encuentra la Ría da Estrela, Ría de Muros Noia, un enclave que combina paisajes de ensueño, cascadas imponentes, playas serenas y rincones cargados de historia. Este rincón de Galicia, menos conocido que otras rutas turísticas, es un tesoro escondido que invita a ser descubierto. Hoy, nos adentramos en algunos de sus parajes más fascinantes: la Fervenza de Ribasieira, la Plaza do Tapal, la Playa de Broña y la Ruta de las Papeleras en Lousame.

 

Fervenza de Ribasieira: El susurro del agua en la Serra do Barbanza

En el corazón de la Serra do Barbanza, la Fervenza de Ribasieira se alza como uno de los espectáculos naturales más impactantes de la comarca. Esta cascada, formada por el Río Sieira, despliega su belleza en varios saltos de agua que caen desde alturas de 15, 10 y 4 metros. El sonido del agua golpeando las rocas, envuelto en un entorno de frondosa vegetación, crea una atmósfera casi mística.

Para llegar a este lugar, se puede optar por una ruta de senderismo que ofrece vistas panorámicas de la ría y el océano, o bien acceder en coche hasta la Iglesia de Ribasieira y caminar un kilómetro hasta la cascada. El trayecto, ya sea a pie o en coche, es una invitación a conectar con la naturaleza en su estado más puro. Además, el camino pasa cerca del Curro da Enxa, donde cada año se celebra la tradicional rapa de caballos, una muestra más de la riqueza cultural de esta tierra.

Plaza do Tapal: Un viaje a la Edad Media en Noia

En el casco histórico de Noia, la Plaza do Tapal es un lugar que respira historia. Este espacio, que en su día albergó un núcleo fortificado y la fortaleza de la Mitra, es hoy un punto de encuentro lleno de vida. Presidida por la Iglesia de San Martiño y un cruceiro gótico trasladado desde Ponte Nafonso, la plaza es un testimonio vivo del pasado medieval de la villa.

Entre sus muros se esconden historias de revueltas irmandiñas, ejecuciones y leyendas, como la que asegura que quien intentara completar la torre inacabada de San Martín encontraría la muerte. Incluso en el siglo XX, la plaza fue testigo de un trágico suceso durante el rodaje de la película Las campanas del infierno. Hoy, sus terrazas y restaurantes invitan a disfrutar de su ambiente mientras se contempla su rico patrimonio.

Playa de Broña: Un paseo entre el mar y la tranquilidad

Para los amantes del mar, la Playa de Broña es un remanso de paz. Desde aquí, un sendero bordea la costa, ofreciendo un paseo fácil y hermoso que pasa por la Playa Bitueira y llega hasta el Portiño. El camino, salpicado de pequeñas bifurcaciones, revela restos de un antiguo embarcadero y regala vistas al Atlántico que quitan el aliento.

Al regresar, una parada en O Container, un chiringuito con terraza bajo los árboles y vistas al mar, es el broche perfecto para esta ruta. Este lugar, que admite mascotas, es ideal para reponer fuerzas mientras se disfruta de la brisa marina.

Ruta de las Papeleras en Lousame: Naturaleza e historia industrial

En el municipio de Lousame, la Ruta de las Papeleras nos transporta a un rincón insólito donde la naturaleza y la historia industrial se entrelazan. Este recorrido sigue el curso del río, llevándonos hasta las ruinas de antiguas fábricas de papel, vestigios de una actividad que floreció en la Ría da Estrela.

La primavera es especialmente mágica aquí, cuando los colores, sonidos y olores de la naturaleza se despliegan en todo su esplendor. El silencio, solo roto por el murmullo del río y el canto de las aves, convierte este lugar en un refugio perfecto para quienes buscan desconectar.

La Ría de Muros Noia es un destino que enamora por su diversidad. Desde las cascadas que parecen sacadas de un cuento hasta las playas que invitan al reposo, pasando por plazas que respiran historia y rutas que nos sumergen en la naturaleza más auténtica, este rincón de Galicia es un regalo para los sentidos. Cada paso, cada mirada, nos recuerda por qué viajamos: para descubrir, sentir y conectar con el mundo que nos rodea.

 

 

 

 

 

Más información: www.riadaestrela.com  

DONDE LOS TAMBORES DE LA SEMANA SANTA LATEN MÁS FUERTE QUE EL CORAZÓN… ¡TERUEL!

Un territorio donde cada primavera el tiempo se detiene y su gente se vuelca en salir a la calle a celebrar la devoción y la fe en procesiones y actos irrepetibles.

 

 

En la provincia de Teruel, la Semana Santa trasciende lo religioso para convertirse en un eco profundo que resuena en el corazón de sus gentes. Es una celebración que une pasado y presente en un mosaico de emociones, sonidos y colores, transformando esta tierra en un escenario donde la fe, la tradición y la comunidad se funden en una experiencia única. Desde la capital turolense hasta los pintorescos pueblos de Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión, cada rincón ofrece una visión singular de esta festividad, declaradas de Interés Turístico nacional o de Aragón por su riqueza cultural y espiritual.

 

 

 

Teruel: el latido de los tambores

Declarada de Interés Turístico Nacional, la Semana Santa de Teruel es un espectáculo de solemnidad y devoción que estremece a quien la vive. Las calles de la capital se llenan de imágenes sagradas, hábitos penitenciales y cofrades que avanzan al ritmo de tambores y bombos, instrumentos que dan voz a la emoción colectiva.

El momento más emotivo llega la tarde del Viernes Santo con la Procesión General, un recorrido extenso y vistoso por el casco histórico en el que participan todas las hermandades de la ciudad. El sonido de las cornetas, los tambores y los bombos acompaña cada paso, creando una atmósfera que conmueve hasta las lágrimas. Actos como la ‘Rompida de la hora’ del Viernes Santo o la Exaltación de los instrumentos de Semana Santa a cargo de las Bandas de Cornetas, Tambores y Bombos de la Cofradías, Hermandades y Asociaciones turolenses, refuerzan el carácter único de esta celebración, donde la música y la fe se entrelazan.

Rubielos de Mora: la fusión de lo sagrado

En Rubielos de Mora, la Semana Santa es una tradición con un arraigo importantísimo gracias a la Cofradía de la Sangre de Cristo, cuyas raíces se remontan a mediados del siglo XX, aunque con referencias históricas aún más antiguas. Aquí, la celebración adquiere un carácter singular con la “vuelta de procesión”, un recorrido que pasa por tres templos emblemáticos: la iglesia del Hospitalico, Santa María la Mayor y el Convento de las Monjas Agustinas.

 

Uno de los momentos más destacados es el “Encuentro”, donde dos procesiones convergen en una sola, simbolizando la unión de la comunidad en torno a la pasión de Cristo. La participación activa de los vecinos y el acompañamiento de la Asociación de Tambores de la Santa Cruz añaden un toque de solemnidad y autenticidad que convierte esta Semana Santa en una experiencia inolvidable.

 

 

Valderrobres: el eco de los tambores femeninos

 

En Valderrobres, la Semana Santa es el fruto de un esfuerzo colectivo que comenzó a mediados de los años 50 con la creación de la Cofradía del Santo Entierro (de hombres) y la Cofradía de la Soledad de la Virgen (de mujeres). La compra de pasos, la definición de los hábitos y la incorporación de un grupo de tambores y bombos sentaron las bases de una celebración que ha ido creciendo con el tiempo.

 

En los años 80, el tambor y el bombo se convirtieron en protagonistas indiscutibles, dando lugar a la creación de varios grupos, entre ellos uno femenino y otro de cornetas. Cada Viernes Santo, a las 12 de la mañana, tiene lugar la Rompida de la Hora con la plaza llena de tambores y bombos y cofrades con el hábito a cara descubierta llenando el aire de emoción y devoción. También el viernes, en la procesión del Santo Entierro, se viste de luto portando escapulario y vela.

 

 

Sarrión: ocho siglos de devoción

 

Sarrión es otro de esos destinos imprescindibles durante la Semana Santa. Con más de 800 años de historia, es un legado vivo de devoción, arte y tradición que conecta a sus habitantes con sus raíces más profundas.

 

 

La Cofradía de la Sangre de Cristo, una de las más antiguas de España con orígenes que se remontan a los siglos XII y XIII, es el alma de esta celebración. Sus procesiones, cargadas de solemnidad y emoción, transforman las calles de Sarrión en un escenario donde la fe y el arte se funden. Destacan la procesión del Pregón o «Salidhijas» el Viernes Santo por la mañana, el imponente Santo Entierro en la noche del mismo día, y la emotiva procesión de la Soledad el sábado por la tarde.

 

 

El vestuario tradicional de los cofrades, único en la zona, añade un carácter distintivo a estas procesiones, mientras que los cánticos emblemáticos, como el Miserere polifónico en latín y el Salidhijas, versos anónimos que narran la pasión de Cristo, envuelven el ambiente en una atmósfera de recogimiento y belleza. El pregón, con su canto de invitación al Santo Entierro, y el estruendo de los tambores, acompañados por la vistosa guardia romana, completan un cuadro de colorido y solemnidad que resuena en la noche turolense.

 

 

La Semana Santa en Teruel, Valderrobres, Rubielos de Mora y Sarrión es mucho más que una celebración religiosa; es un viaje al alma de una tierra que guarda con celo sus tradiciones. Es el sonido de los tambores que resuena en las calles, el silencio reverente ante los pasos, la unión de una comunidad que se reconoce en sus ritos y en su historia.

 

 

Vivir estas celebraciones es sumergirse en una experiencia que trasciende lo terrenal, conectando con lo más profundo de la identidad turolense. Es, en definitiva, un regalo para los sentidos y el espíritu, una invitación a sentir la pasión, la muerte y la resurrección a través de la mirada de quienes han sabido preservar, con amor y dedicación, el legado de sus antepasados.

 

 

Más información: www.sienteteruel.es

UN PATRIMONIO RELIGIOSO QUE DEJA HUELLA EN EL CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS POR EL BIERZO Y GALICIA

 

 

 

El Camino de Santiago es, por encima de todo, una ruta espiritual y de fe. Aunque hoy en día la tipología del caminante es sumamente diversa, al igual que los motivos que los llevan a embarcarse a esta aventura, en origen sigue siendo un viaje en el que el fervor y los sentimientos religiosos tienen mucha vigencia a día de hoy. Una muestra clara de ello es el bello e impresionante patrimonio religioso que atesoran los 15 pueblos (cuatro de El Bierzo y 11 de Galicia) y que los convierten en paradas obligadas para todo aquel que emprende este Camino, sea practicante o no.

 

 

En nuestro periplo por tierras bercianas, es necesario acercarse a contemplar la Capilla de la Soledad, de Camponaraya, del siglo XVIII. Un templo elegante, de portada bien trazada, denotando la habilidad de quienes la construyeron, y desde luego, su altar mayor. Villafranca del Bierzo y su antiquísima Iglesia de Santiago Apóstol es otro de los puntos clave de esta aventura. Una joya románica del siglo XIII conocida por su «Puerta del Perdón», que permitía a los peregrinos que no podían llegar a Compostela ganar el jubileo. Más adelante, en Trabadelo, aguarda la Iglesia de San Nicolás de Bari, también románica del siglo XIII. Quienes la han visto resaltan sus elementos originales como los canecillos y su sencilla portada, como símbolo de humildad y espiritualidad del Camino. Más sencilla es la Iglesia de la Magdalena de Vega de Valcarce. Tanto por dentro como por fuera recoge pinceladas de varios estilos arquitectónicos que la convierte en un templo ecléctico a la vez que práctico.

 

 

Ya en tierras gallegas, nos espera Piedrafita do Cebreiro con la Iglesia de Santa María La Real, un precioso templo prerrománico que data del siglo IX fundado por monjes benedictinos. Sobria y austera por fuera, recibe al peregrino con sus puertas abiertas a la entrada a Galicia. La próxima parada, Triacastela, es el lugar donde se erige la Iglesia Parroquial de Santiago. Conserva el ábside románico probablemente de finales del siglo XII, aunque su imagen actual viene dada por la única y potente torre barroca, levantada en 1790 y coronada por una cúpula con cuatro pináculos. Llegando a Samos, nuestros pies se detendrán frente al Monasterio de San Xulián de Samos. Un hermoso contraste entre sus rudos y sencillos muros exteriores con los hermosos y elegantes claustros en granito. El complejo monástico, al igual que otras muchas construcciones eclesiásticas, muestra una mezcla de estilos, producto de progresivas ampliaciones y reformas a lo largo de los siglos. Otro monasterio, pero esta vez en Sarria, aguarda al peregrino ávido de historia. El Monasterio de la Magdalena, fundado alrededor de 1200 por frailes italianos, fue creado para acoger a peregrinos del Camino de Santiago. A lo largo de los siglos, ha pasado por varias órdenes religiosas, conservando elementos arquitectónicos románicos, góticos y manuelinos, así como escudos y símbolos que reflejan su rica historia.

 

 

Paradela tiene el privilegio de contar con Santa María de Loio, el monasterio que vio nacer a la Orden de los Caballeros de Santiago, fundada para la protección de los peregrinos y del sepulcro del Apóstol allá por los siglos IX-X. Nadie se va de Portomarín sin admirar la Iglesia de San Nicolás, antigua iglesia de San Juan. Fue construida entre finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII, por lo que pertenece al románico tardío.

 

 

Levantada por la Orden de San Juan de Jerusalén, esta iglesia-fortaleza tenía bajo su control el puente que atravesaba el Miño y el cuidado del hospital de peregrinos, de ahí su aspecto de fortificación. Después llegamos a Monterroso, donde aguarda una cápsula del tiempo preciosa: la Iglesia de San Cristovo de Novelúa. Mantiene su esencia medieval, visible en detalles como su portada de arco de medio punto y los canecillos decorados que rodean el alero. Su interior, sencillo y austero invita a la meditación y el recogimiento. Si preguntáis por Palas de Rei en la zona, inmediatamente harán referencia a Vilar de Donas, lugar de reposo de miembros de la Orden de Santiago y donde disfrutar de las pinturas góticas del ábside central.

 

 

Llegamos a la recta final. Melide, con la plaza del Convento, que reúne varios edificios monumentales. Uno de ellos es la Iglesia de Sancti Spiritus, conserva elementos góticos como dos sepulcros de nobles gallegos y una capilla lateral. Reconstruida en el siglo XV y reformada en el XVIII, destaca por su retablo barroco de Francisco de Castro Canseco, pinturas murales del XVI y esculturas como el Niño Jesús de marfil. En un frondoso robledal de Arzúa se esconde la sencilla capilla de la Mota. Según la tradición, el robledal surge de la creencia de que aquellos jóvenes que plantaran allí un roble, si crecía, serían librados de sus deberes con la milicia. Y en O Pino, con Santiago de Compostela casi al lado, hay que detenerse en la Iglesia de San Xulián de Lardeiros, conocida como la Catedral de la Montaña, solemne y de estilo barroco.

Nace un proyecto histórico. Un proyecto que queremos contarte despacio, para que cale bien hondo y no olvides nunca. De entre el extensísimo Camino de Santiago Francés, que recorre todo el norte de España, queremos contarte una experiencia única, diferente. Queremos que descubras el Camino de Santiago Francés de Galicia. La Mancomunidad de Pueblos Gallegos del Camino Francés, en alianza con cuatro ayuntamientos de la provincia de León, quieren crear un relato unificado que te sobrecoja y te enamore. Un relato que hable de la naturaleza, de los paisajes, de la gastronomía, su patrimonio… de sus gentes. El Camino de Santiago Francés de Galicia condensa todo lo que un peregrino espera encontrar en su itinerario a través de 15 pueblos que viven y sienten este camino, esperando al viajero cansado con los brazos abiertos… Permanece atento, porque esta historia que te contamos, dará mucho que hablar…

Más información: www.caminofrances.org