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MEJORAS Y NUEVAS EXPERIENCIAS PARA DISFRUTAR DE LA MENORCA MÁS HISTÓRICA

La Torre d’en Galmés y el Fort Marlborough presentan nuevas mejoras de cara a esta temporada gracias a la Fundació de Foment de Turisme.

 

 

Las dos instalaciones introducen cambios con un nuevo audiovisual explicativo para el poblado talayótico y renueva las estructuras para los cañones del recinto. La Fundació Foment del Turisme de Menorca continúa su labor de mejorar la experiencia de los visitantes en las instalaciones y recintos que gestiona. Para ello, y con vistas a esta temporada, ha introducido dos cambios que se encontrarán los visitantes del Centro de Interpretación de Torre d’en Galmés y del Fort Marlborough.

 

 

El Centro de Interpretación de Torre d’en Galmés, se ha actualizado el montaje audiovisual que se proyecta a los visitantes, un corto que comparte vistas aéreas de las diferentes zonas que se visitan y etapas a partir de un cronograma muy visual y con animaciones. Desde la Fundació recomiendan hacer una parada en el Centro de Interpretación previa a la visita al Poblado para disfrutar de este cortometraje animado, el cual cuenta con un importante trabajo de documentación e investigación para ofrecer la máxima rigurosidad transformándolo en un documento de gran valor y atractivo para diferentes públicos que pasan por Torre d’en Galmés.

 

 

Se trata del poblado más grande de Menorca. Está situado sobre un pequeño cerro que se hace más pronunciado hacia el sur, y desde el cual se domina visualmente buena parte de la zona meridional de la isla. En un día claro y despejado, es posible divisar a lo lejos las montañas de la vecina Mallorca. Su posición privilegiada permitía ‘vigilar’ un gran número de poblados talayóticos repartidos en diferentes localizaciones.

 

 

Otra de las mejoras que se han hecho ha sido la actuación en las estructuras de madera que sujetan los cañones en el Fort Marlborough, en la Cala San Esteban. La obra, a cargo del maestro arader, Ovidi Pons Triay, se ha realizado a partir de los planos usados en la musealización inicial a principios del siglo XX, habiendo trabajado ya el propio artesano en el proyecto inicial con el maestro arader Pedro Pons.

 

 

Vigilando desde la cala de San Esteve, El Fort Marlborough fue una base construida por el ejército británico entre 1720 y 1726. Junto con el castillo de San Felipe y la torre de Stuart o d’en Penjat servía para proteger la entrada del puerto de Mahón, uno de los más deseados en el Mediterráneo occidental por las potencias de la época. Es de obligado visionado  el montaje expositivo que, apoyado en la tecnología, sitúa al visitante en la época de los asedios del Fuerte de Marlborough y explica la historia tanto de Menorca como de Europa a lo largo del convulso siglo XVIII.

 

 

Armado con distintas piezas de artillería para contener al enemigo, este fuerte, con un recinto central heptagonal, fue construido a partir de un gran foso con una galería de contraescarpa tallada en la roca. Las vistas desde el recinto superior son de las más retratadas por aquellos amantes de la historia que ven en Menorca un verdadero museo casi inagotable de recursos que visitar, vivir y por los que sorprenderse genuinamente.

 

 

Más información: Menorca.es

 

PARELLA, LA ATLÁNTIDA MENORQUINA QUE ALGUNOS ASEGURAN HABER VISTO

De entre todas las leyendas que envuelven a Menorca en un halo de misticismo y magia, la historia de esta ciudad resuena con fuerza cada vez que se acerca la noche de San Juan

 

Cuenta la leyenda que un brazo de tierra unía las islas de Menorca y Mallorca. Estos terrenos fueron conquistados por fuerzas del diablo y por eso Dios decidió sumergirlos en lo más profundo del mar. Otros cuentan una historia diferente. Dicen que en ese brazo existía una ciudad de tal belleza, que otra ciudad vecina, celosa de su esplendor y prosperidad, la maldijo provocando que se sumergiera en las aguas del canal de Menorca. Hay quienes afirman haberla visto al atardecer en el día de San Juan, e incluso han oído repicar campanas. Se trata de Parella, una ciudad legendaria que engrosa la lista de mitos que envuelven Menorca.

 

 

Lugares de contrastada belleza siempre, o casi siempre están llenos de magia y misterio. Por supuesto Menorca es uno de esos sitios. De entre toda la tradición oral que se ha recopilado acerca de la isla con el paso de los años, hay una historia que resurge con fuerza cada noche de San Juan. Puede que este año, algún afortunado que se encuentre paseando por Ciutadella, opte por buscar un buen mirador al mar y a lo lejos vea por un instante los reflejos de una ciudad imponente que pronto se sumergirá de nuevo Y, si escucha con atención, oirá el repique de las campanas que voltean en los torreones… O tal vez, en una noche muy oscura, como han afirmado algunos marineros, y hay fuerte marejada, se pueden ver reflejos rojizos en el agua donde, según cuentan, la ciudad sigue viva.

 

 

Pero como toda ciudad hechizada, Parella también tiene una oportunidad de redención. Se dice que si 7 Juanes se encuentran de casualidad con 7 Juanas a la orilla del mar en el día de San Juan, sucederá el milagro y Parella volverá a resurgir del fondo del mar para brillar como nunca.

 

 

Leyenda o no, lo que no puede pasar por alto es el hecho de que Menorca es un destino que se presta a la magia y al embrujo. Cada día es una oportunidad de hallar un nuevo tesoro, una historia fascinante o un rincón de ensueño. Puede que Parella sea solo fruto de la tradición y las historias que engrandecen aún más el atractivo de esta isla, pero son una excusa más que apetecible para animarse a encontrar nuestra propia ciudad mágica dentro de este último paraíso del Mediterráneo…

 

 

 

 

GORBEIA, EL CORAZÓN VERDE DE EUSKADI

Hay quien desconoce que a tan solo 20 minutos de Bilbao y de Vitoria-Gasteiz se esconde un paraje repleto de rincones únicos. Un lugar donde naturaleza, gastronomía, patrimonio y cultura confluyen brindando al viajero un muestrario de experiencias singulares en las que todo lo que hace maravillosa a una tierra como Euskadi lo tienes a tu alcance para vivirlo en una escapada.

 

Si bien territorialmente está repartido en tierras de Álava y Vizcaya, el Gorbeia es uno y además es único. Este Parque Natural, compartido por dos comarcas: la de Arratia-Nerbioi, en Vizcaya; y la Cuadrilla de Gorbeialdea, en Álava, es un reclamo para los amantes del senderismo y el cicloturismo. Con rutas adaptadas a todos los niveles y necesidades, solo queda preparar bien el calzado, la mochila, o engrasar bien la cadena de la bicicleta para dejarse llevar por un paisaje y un entorno espectacular. Con Gorbeia Bira, Bike Tour, tenemos kilómetros y kilómetros de puro disfrute. Para los amantes de la bici de carretera, puertos como los de Bikotzgane y Dima, además del tránsito por carreteras de baja densidad de tráfico que encontrarán en la zona de Zárate, Manurga y Etxaguen. Para aquellos que se decanten por la bici de montaña, 93 kilómetros para disfrutar de las encantadoras localidades de Murgia, Legutio y Otxandio. También el embalse de Urrúnaga, el Humedal de Saldropo, el bosque de las Burbonas, etc. Incluso podrán visitar el Centro de Interpretación del Parque Natural de Gorbeia en Sarria y el menhir de Kurtzegan. Y como plato fuerte, la cumbre de Gorbeia, una experiencia única que te recompensará con vistas impresionantes y una sensación de logro incomparable.

Caminar por Gorbeia no tiene desperdicio. Rutas cortas, medianas o largas para todo tipo de niveles, pero un denominador común: disfrutar del paisaje, de la historia y de una tierra con tesoros inimitables. Hayedos sacados de un cuento, donde el sonido de la naturaleza crea una bella atmósfera; cascadas vertiginosas como la de Gujuli, que con sus 100 metros de caída asegura una fotografía de valor incalculable; embalses y humedales de gran importancia ecológica y que nada tienen que envidiar a los grandes lagos de las películas; el silencio sobrecogedor de un monasterio centenario, el Santuario de nuestra señora de Oro, la mejor atalaya desde la que dominar el pulmón verde de Euskadi.

No es solo la naturaleza lo que hace de Gorbeia un destino sorprendente. Dentro de este entorno natural hay un patrimonio, una historia de siglos reflejada en cada elemento arquitectónico, en cada casa torre y cada palacio que refleja las disputas y entresijos de las relaciones entre los linajes y las familias nobles que habitaron Gorbeia. Como muestra, unos conjuntos medievales históricos, muchos de ellos declarados “conjunto monumental” por el Gobierno Vasco. Aunque también es posible contemplar la huella que ha dejado el ser humano en sus paisajes con las construcciones para oficios de gran importancia para el entorno rural como los caleros, molinos y canteras.

Lo rural, en Gorbeia es sinónimo de esencia, de raíces, de origen. Oficios como la alfarería vasca tradicional, la apicultura, el pastoreo, la quesería y por su puesto la micología, son actividades que han dotado de identidad a esta tierra. En Gorbeia el viajero no asiste como mero espectador, lo vive. Puede buscar setas acompañado por expertos. Puede crear un katilu con sus propias manos en un taller artesano. Puede enfundarse un mono de apicultor y extraer el mismo la miel de un panal. Puede aprender el oficio de pastor y a relacionarse con los perros que ayudan a desarrollar tan ancestral oficio.

 

Y es por esa esencia rural tan presente en Gorbeia, que su gastronomía tiene un marcado y reconocido carácter y sabor. El caserío, proveedor de sabor con su larga lista de productos, es el hilo conductor de una gastronomía sencilla, humilde, pero a la vez genuina y sabrosa. Productos como el queso, elaborado a partir de la leche de oveja latxa; las sidras, cervezas y el txakoli artesanal; verduras y hortalizas frescas de la huerta; el pan, la leche y los huevos, recolectados a diario a la manera tradicional; o la carne procedente de animales criados en total libertad y de forma ecológica, en armonía con la naturaleza y las costumbres; con la misma ilusión y profesionalidad de siempre. Todos los ingredientes indispensables para conformar una gastronomía reconocible, llena de sabor y de tradición.

Gorbeia, que en torno a un monte con el mismo nombre despliega todo un abanico de experiencias, de vivencias y recuerdos imborrables, es ante todo un territorio en el que sus gentes abren sus brazos para recibir a todos aquellos decididos a dejarse llevar por un enclave de inusitada belleza. El corazón verde de Euskadi late, siente y vive por su gente para que sean los mejores prescriptores del auténtico tesoro que tienen ante sí cada día y lo transmitan a los viajeros que aún no saben lo que les queda por descubrir de esta maravillosa tierra…

 

 

 

 

 

 

 

TRAS LOS PASOS DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA

En esta ruta, que os presenta la Red de Castillos y Palacios, conoceréis los monumentos que inspiraron a Cervantes en su obra cumbre.

 

 

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… Así comienza una de las obras más importantes de la literatura española, y es el hilo conductor de esta maravillosa experiencia. A través de esta ruta descubriréis los lugares que sedujeron a Cervantes para su famosa novela Don Quijote de la Mancha. Te invitamos a recorrer las tierras manchegas desde una perspectiva histórica, con paradas en el Castillo de Belmonte, El Toboso y el Castillo de Consuegra.

 

Este recorrido os permitirá conocer los lugares que marcaron la historia del Hidalgo Caballero más famoso del mundo, desde una perspectiva única y enriquecedora. La Ruta de Don Quijote de la Mancha es una experiencia única, en la que descubriréis los paisajes y monumentos que inspiraron a Miguel de Cervantes Saavedra.

 

 

La primera parada será el Castillo de Belmonte, situado en la localidad de Belmonte (Cuenca), una fortaleza que se construyó en 1456 por el Marqués de Villena, Don Juan Pacheco, hombre de confianza del Rey Enrique IV de Castilla.

 

 

Este Castillo de estilo gótico mudéjar, se encuentra en perfecto estado de conservación, gracias a los esfuerzos de sus propietarios; la Casa Ducal de Peñaranda y Montijo. Este monumento cautiva a sus visitantes con su planta en forma de estrella, sus interiores palaciegos, salones y galerías. Sin olvidarnos, de su bestiario medieval esculpido en piedra.

 

 

Además, en el Castillo de Belmonte podréis visitar Trebuchet Park, situado a los pies de la fortaleza encontraréis el mayor parque histórico-temático de instrumentos de asalto a escala real, con 40 máquinas, en funcionamiento, dispuestas en cuatro espacios diferenciados.

 

 

De camino hacia la siguiente estación, se encuentra  El Toboso, donde disfrutaréis de la campiña manchega; allí las encinas, vides y cultivos de cereales pintan el paisaje, junto con los molinos que atemorizaron a Don Quijote y son protagonistas de la siguiente cita: “Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino  molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino”.

 

 

Esta ruta termina en el Castillo de Consuegra, situado en el Cerro Calderico de Consuegra (Toledo), que se comenzó a construir a mitad del siglo IX, durante la época del esplendor del califato de Córdoba, y fue terminado a mediados del siglo XIII por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén.

 

 

Esta fortaleza inexpugnable es un monumento de gran atractivo turístico, que ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de su historia para adaptarse a los usos y costumbres de cada época. El Castillo Consuegra cuenta con siete puertas para acceder al núcleo central de la fortaleza, con muros de 4.5 metros de grosor y torres de 30 metros de altura.

 

 

Este fantástico recorrido os permitirá revivir las aventuras de Don Quijote y su fiel escudero Sancho Panza, mientras descubrís los castillos, paisajes y monumentos más emblemáticos de La Mancha.

 

 

 

 

Más información: www.castillosypalacios.es

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LAS FERVENZAS, UNA POSTAL ANSIADA POR LOS VISITANTES DE LA RÍA DA ESTRELA

Argalo, Toxosoutos o Ribasieira son algunas de las cascadas más bonitas que se pueden encontrar en la ría. Auténticos parajes naturales mucho más bellos que cualquier imagen.

 

 

El continuo discurrir de ríos y arroyos por este territorio generan algunos saltos de agua que constituyen verdaderas obras de arte natural. Rincones donde el sonido del agua se une al canto de los pájaros y adereza la estampa un juego de luces que, según la hora del día, regala una estampa u otra, igual de disfrutable. Las fervenzas (cascadas en castellano), son una excusa para admirar el entorno natural privilegiado de una ría con múltiples rincones por descubrir. El verdadero tesoro no es la fervenza en sí, sino el recorrido hasta llegar a ellas.

 

 

Las decenas de ríos que recorren la ría hasta desembocar en el mar cincelan el paisaje de esta ría, dejando tras de sí impresionantes  vistas que los amantes del senderismo y la naturaleza aprecian por su singular belleza. Hay tres de ellas muy destacables (sin desmerecer al resto, claro) que escenifican muy bien el valor visual y paisajístico de este recurso de la ría: Argalo, Toxosoutos y Ribasieira.

La de Argalo es una de esas fervenzas que, tras unas semanas de tiempo inestable, muestra todo su esplendor con un hermoso caudal de agua. Llegar a ella no tiene demasiada complicación. Se hace por un antiguo camino de carros paralelo al río Vilacoba, adentrándonos por un bosque autóctono en el que fresnos, robles, alisos y castaños filtran los rayos de sol, proporcionando unos espacios de fresca sombra, ahora que las temperaturas amenazan con subir. Si hay suerte, el caminante podrá encontrar en su recorrido algún lagarto verdinegro, un mirlo acuático, o un ciervo volante (el escarabajo más grande), que a principios de junio aumentan las posibilidades de dar con él.

Con sus 7 metros de altura, la cascada de Argalo es la más grande de Noia. Eso sí, acceder a ella cuesta un poco, ya que se encuentra en un talud, de no muy fácil acceso, aunque se puede acceder a la parte inferior y superior del salto. A algunos les puede llamar la atención la poca señalización en el acceso, pero es parte de su encanto, ya que le confiere un aspecto más natural y menos masificado.

La siguiente fervenza nos lleva hasta el concello de Lousame. Antes de desembocar en Vilacoba, el río san Xusto deja bellas postales a su paso, como es el caso de estas dos cascadas. Partiendo desde el monasterio de Toxosoutos, remontaremos río arriba, encontrando a nuestro paso dos molinos que se servían de la bajada del río. A unos 100 metros de un recorrido salpicado de pozas, pequeños saltos y frondosa vegetación, está la primera cascada. La segunda, la más conocida y fotografiada, llega tras recorrer pasarelas que permiten pasar de una orilla a otra, haciendo el paseo no solo más fácil, sino que de paso nos hacen sentir parte del curso de este río. El recorrido está preparado para que los caminantes con menos experiencia lo realicen sin muchos problemas pese al desnivel que el agua va salvando a saltos.

Por último, la fervenza de Ribasieira, la más grande de la sierra de Barbanza, con sus 20 metros de altura, proporciona una foto espectacular a quienes la buscan. ‘Escondida’ en el valle que forma el mismo río Sieira, nuestros pasos nos llevarán a la Iglesia de San Pedro da Madalena. Desde allí, sólo queda un leve ascenso de unos 600 metros por una senda de fácil acceso. Dejaremos atrás los restos de un molino antes de llegar a una bifurcación. A la izquierda, la posibilidad de ver las cascada desde abajo. A la derecha, la subida para admirar el salto de agua desde arriba. Después es recomendable volver sobre los pasos y bajar por un sendero que nos lleva a la poza inferior, un lugar de cuento desde el que se divisa el punto en donde comienza a descender el agua, deteniéndose en varias pozas que se forman con distintos tamaños y profundidades, y que termina en los últimos saltos que realiza el agua antes de continuar su transcurso.

Lo mejor de vivir y recorrer estos singulares parajes, es que sin duda te harán querer buscar más rutas, más rincones ocultos en esta ría que aguardan a ser descubiertos por los amantes de la naturaleza, los paisajes poco tratados por la mano del hombre y ese encanto natural ciertamente icónico de la Ría da Estrela.

 

 

Más información: www.riadaestrela.com  

AL ALBA O AL OCASO… LA LUZ VISTE A FORMENTERA COMO NADIE

Si a las impresionantes playas, pueblos, rutas verdes o la gastronomía, le añadimos unas idílicas postales al caer el sol o en pleno amanecer, la isla definitivamente es insuperable.

 

Todavía quedan románticos que ven en una puesta o salida de sol algo bello e irrepetible. Solos o en compañía, sea como sea, vivir esos momentos hacen que valoremos la belleza y singularidad de instantes únicos, en escenarios más únicos aún. Imagínate el sol irrumpiendo casi por sorpresa en el horizonte, reclamando su sitio en el cielo, partido por el Mediterráneo. Lo hace imponente, acompañado solamente por el batir de las olas que van a chocar en las rocas de La Mola, en el extremo oriental de la isla. Imagina ahora el fin de la jornada tras haber vivido Formentera intensamente, despidiendo el día en el otro extremo de la isla, sobre los acantilados de Cap de Barbaria. ¿Necesitas más?

 

Es impresionante lo mucho que puede dar de sí una isla de unos 83 kilómetros cuadrados. Formentera es una isla tan coqueta y manejable que, estés donde estés, todo queda cerca. Iniciando nuestra visita desde el puerto de La Savina, en el noroeste, y antes de un intenso día de recorrer y buscar rincones únicos, llegamos al inicio de nuestro periplo: el faro de La Mola. Situado al este de la isla, allí se escenifica el primer gran espectáculo natural de cada jornada: el amanecer. Un lugar onírico cuyo faro fue fuente de inspiración para el eterno Julio Verne. ‘Hector Sevadac’ atesora entre sus páginas una referencia a este faro, como certifica la placa de un monolito dedicado al escritor francés, genio de la novela de aventuras.

Tras un día intenso explorando la isla; sus calas, miradores de excepción para enamorarse del azul Formentera; sus varaderos, que son Bien de Interés Cultural; esos pueblos que reflejan como nadie ese ritmo de vida made in Formentera… La luz de la tarde empieza a dar el aviso de que es hora de emprender el camino hacia nuestro último destino del día: el cabo de Barbaria. Una carretera secundaria de 9 km que parte de Sant Francesc nos lleva hasta allí. Los tres últimos, tras sortear la pequeña loma del Puig d’en Guillem, asemejan un paraje lunar donde, al final de una interminable recta, emerge sempiterno el faro de Barbaria. Este lugar de peregrinación vespertina tiene otro ritual: bajar por un agujero hasta una cueva subterránea (la Cova Foradada) con impresionantes vistas al acantilado. Barbaria se convierte cada atardecer en el majestuoso palco natural desde el que contemplar, en cautivador silencio, cómo ese sol vuelve a acunarse en el horizonte del Mediterráneo hasta desaparecer, dejando tras de sí ese rojizo rastro dando por finalizado el día en uno de los rincones más maravillosos del planeta.

¡Bona nit, Formentera!

 

 

 

Más información: www.formentera.es