La localidad de la Costa Brava hace honor a su nombre y, arropada de un gran entorno natural, destila un aroma que invita a embriagarse de su esencia mediterránea
Pasear por su majestuosa bahía haciendo que el tiempo se detenga. Adentrarse en sus fascinantes Caminos de Ronda que serpentean por su recortada costa hacia el Finisterre catalán: el cabo de Creus. Respirar el más puro aire de sus tres parques naturales. Emprender un mágico viaje de 25 siglos por el túnel del tiempo de su Ciudadela. Otear el horizonte desde lo alto de un fortín militar del siglo XVI para enamorarse con las mejores puestas de sol de la Costa Brava. Un rosense repóker de experiencias estimulantes… e inolvidables
Agazapada en un coqueto rincón de la Costa Brava que sedujo a los griegos –sus fundadores– en el siglo VIII a.C., Rhode –como la bautizaron– también cautivó a los romanos, que en el año 218 a.C desembarcaron por vez primera en la Península Ibérica atraídos por las condiciones de su puerto natural, su estratégica ubicación y su excelente comunicación. Y así ha seguido seduciendo, siglo tras siglo, año tras año. Porque Roses invita a soñar, a respirar aire puro, a recuperar ilusiones con vivencias experienciales. Como estas cinco…
1 – Pasear por una majestuosa bahía. En 2011 entró a formar parte del club de ‘Bahías más bellas del mundo’, distinción avalada por la Unesco. Empezar a caminar desde el puerto por su Paseo Marítimo es relajar el cuerpo y la mente sintiendo la brisa mediterránea acariciando las mejillas, en un paso a paso que no parece tener final. Una bahía que abraza y envuelve, que convierte las aguas que protege en una tranquila piscina natural.
2 – Serpentear por Caminos de Ronda. Trazados entre la frondosa naturaleza para acoger las rondas o turnos de guardia que tradicionalmente hacían las patrullas, siguiendo la línea de la costa para vigilar el contrabando, hoy día son la mejor manera practicar senderismo descubriendo los más bellos rincones y calas de la Costa Brava. En especial el Camino de Ronda que va desde Cala Montjoi hasta Cadaqués, por el GR92.
3 – Oxigenarse en tres parques naturales. El del Cabo de Creus, primer lugar de la península por donde sale el sol, además de su gran biodiversidad y sus mágicas vistas acoge un majestuoso monasterio: Sant Pere de Rodas. Els Aiguamolls del Empordà son un fantástico humedal con varios observatorios de las aves que reposan en sus lagunas. Y la Albera es un paraje natural que, además, alberga testimonios megalíticos y románicos.
4 – Regreso al pasado en su Ciudadela. Este gigantesco museo arqueológico al aire libre permite un relajado paseo de 25 años por la historia a través de las huellas griegas, romanas y medievales, como el monasterio románico lombardo de Santa María, del siglo XI.
5 – Un fortín militar del siglo XVI. El Castillo de la Trinitat, fortaleza de artillería, cautiva por su curiosa estructura –en forma de estrella de cinco puntas–, su terraza panorámica sobre Roses y la bahía, y una museización en 3D, con recreación virtual de paisajes y escenarios que reproducen cómo era allí la vida cinco siglos atrás.
Más información en: http://ca.visit.roses.cat/