Centinelas eternos de la isla azul. Una visita a estos monumentos es un viaje al pasado, a una época de peligros, aventuras y vivencias que quedaron impregnados en las piedras que conforman estas torres defensivas.
En Formentera la historia se funde con el paisaje, donde cinco torres de defensa emergen altivas para otear el horizonte marino. Son de planta circular y estructura troncocónica construidas en el siglo XVIII para vigilar las incursiones piratas berberiscos procedentes del norte africano que, con frecuencia, saqueaban las costas mediterráneas. Visitar y admirar cada una de ellas supone también un interesante motivo para disfrutar del litoral de la menor de las Pitiusas en un viaje cultural y emocional de tres siglos en el tiempo.
El salvaje paisaje que atrapa y cautiva a quienes se dejan tentar por Formentera tiene también sorpresas culturales que hacen aún más interesante si cabe brujulear por los 83.2 km2 de esta isla balear; y más en concreto por los 69 kms de su litoral. En una escenografía impregnada por sus bosques de pinos y sabinas –coníferas que le confieren una fuerte personalidad– y también de zonas dunares, irrumpen cinco construcciones troncocónicas de piedra que llaman la atención del visitante a cualquier hora del día. Aunque a mediados del siglo XIX dejaron de cumplir la misión por la que fueron creadas –vigilar y proteger la isla– su presencia no pasa desaparcida para quienes recorren el litoral, por tierra y por mar.
Torre de sa Gavina. Situada al noroeste de la isla, entre Can Marroig –donde se encuentra en Centro de Interpretación del Parc Natural de Ses Salines– y cala Saona, era la encargada de proteger la zona de poniente y, en especial, los accesos al puerto de La Savina, puerta de entrada a la isla. Edificada en dos niveles, fue restaurada en 2008. Debe su nombre a que, a todas horas del día, se puede ver revolotear gaviotas.
Torre des Garroveret. Ubicada en la zona suroeste, a 2 kms del faro y Cap de Barbaria. Una construcción de 9 metros de altura, a de 65 metros del nivel de mar, que contaba con dos plantas y un cañón defensivo procedente de la iglesia de Sant Francesc. En 1824 fue desartilllada pasando a ser únicamente torre de defensa.
Torre des Pi des Català. En el sur, a mitad de la playa de Migjorn, la más larga de Formentera con sus 5 kms divididos en calas por zonas rocosas. Su altura es de 23 metros y es la única de las cinco que –tras ser restaurada en 2016– permite visitar su interior. Está dividida en tres niveles y el acceso a ella se realiza por la segunda planta, pues en la primera acogía un polvorín. A su plataforma superior, con bellas vistas, se asciende por una escalera de caracol. La entrada es gratuita pero debe solicitarse cita previa por email a: patrimoni@conselldeformentera.cat. Los sábados tiene horario de visitas de 10.00 a 13.00 h.
Torre de Punta Prima. Al norte, junto a la población de Es Pujols. Su estratégica ubicación permitía vigilar el paso de los barcos entre el altiplano Mola –la zona más elevada de Formentera, a 192 metros sobre el nivel del mar– e Ibiza. Desde ella hay unas espectaculares vistas panorámicas de la mayor de las Pitiusas y los acantilados de la Mola.
Torre de sa Guardiola. La única que no fue erigida en Formentera sino en el islote de s‘Espalmador, a 27 metros sobre el nivel del mar. Consta de dos plantas, la principal de las cuales estaba destinada al alojamiento de los vigilantes. Esta torre fue restaurada en 1993.
Más información: https://www.formentera.es