EL RÍO TAMBRE, UN LUGAR DONDE ABANDONARSE A LA INTROSPECCIÓN

Elige terminar el año (o comenzar uno nuevo) en un rincón de la Ría de Muros Noia donde no son necesarios relojes, porque el tiempo aquí es irrelevante. Solo es necesario dejarse llevar y disfrutar del paisaje.

 

 

 

Entre Outes y Noia se abre paso el ‘Padre de la Ría’. Sus aguas llegan calmadamente al Atlántico discurriendo rodeadas de unos parajes naturales de una belleza singular. En los márgenes del río aún quedan vestigios de las ‘rodeiras’ o ‘pesqueiras’, señal de que allí se trabajó la pesca y comercialización de lampreas. Hoy en día el Tambre es un regalo para el visitante, especialmente si elige los rincones adecuados para dedicar un tiempo a abstraerse y no pensar en nada más que la belleza del momento y del lugar.

 

 

 

La imagen más ‘instagrameable’ suele ser PonteNafonso, pues queda una estampa preciosa con los montes al fondo. Y ya que se puede cruzar el puente despacio, lo suficiente para quedar obnubilado por la postal, todo el mundo la elije como una parada obligatoria que nunca falla.

 

 

 

 

Pero, ¿y si remontamos río arriba hasta llegar a un lugar donde reina la quietud y no hay más distracción que el sonido de los pájaros y el discurrir lento del agua? Llegamos a una parte del río en la que se puede advertir restos de las ‘lampreeiras’, una actividad clave en la economía de la ría por décadas. El paseo es tranquilo, sosegado, invita a la abstracción y a relajarse. Los pasos nos llevan a una Central Hidroeléctrica construida en 1932 bajo la dirección de Antonio Palacios, discípulo de Gaudí y creador, entre otras obras, del Palacio de Comunicaciones, actual sede del Ayuntamiento de Madrid. La Central es una muestra historicista que combina con elegancia las bases del arte románico llevadas a un estilo industrial de principios de siglo XX. Impresiona ver como el edificio no altera ni lo más mínimo el paisaje, y que, de hecho se integra de una forma armónica con él.

 

 

 

 

Dejando a un lado la Central, más adelante los pasos llevan a un puente colgante. Para algunos resulta un tanto intimidante, pues el leve balanceo impresiona, pero permite disfrutar de ambos lados del río, de ver discurrir las aguas en un vistazo en el que la naturaleza capitaliza todo el protagonismo. Es más, el puente une los términos de Noia y Outes. Merece la pena detenerse un instante y disfrutar de la quietud y calma del río Tambre. Conocer la importancia de la pesca de lampreas, admirar la fachada de la Central y su perfecta comunión con el entorno. Un lugar donde desprenderse de relojes y agendas… y dedicarse a contemplar la inmensidad de la naturaleza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más información: www.riademurosnoia.com  

 

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