Uno de los momentos más especiales para robar un beso a esa persona especial, es, sin duda, ese en el que el día saluda a la noche despidiendo al sol en el horizonte. Y si hay que elegir un lugar mágico, el Faro de La Mola se lleva el papel protagonista. Situado en el extremo oeste de Formentera está considerado por muchos visitantes como un lugar especial, un faro del fin del mundo. Toda la meseta de La Mola es un estupendo punto de partida de sendas que discurren entre bosques, una puerta abierta a los paisajes más rurales y auténticos de la isla, y que mostrará todo un mundo, el pequeño mundo de Formentera.
Si hay un lugar con encanto para disfrutar de la fecha más romántica del año, ese es este rincón del Mediterráneo. Conocida por sus playas y sus aguas transparentes, la isla se alza como la mejor candidata para dejarse llevar en la cita más romántica: San Valentín. Una isla de escasos 80 kilómetros cuadrados, en la que resulta muy difícil no ver el mar desde cualquier sitio.
Playas de aguas transparentes con mil y una tonalidades de azules, turquesas, verdes y esmeraldas. La Playa des Cavall d´en Borras, la más cercana al puerto, es tranquila y de aguas cristalinas. En su parte posterior se encuentra un bello bosque de sabinas. Playa de Illetes, la más conocida y turística, generalmente ausente de olas, parece una piscina natural. Cuenta con rincones tranquilos y solitarios en su tramo final. La Playa de Es Pujols está formada por tramos de arena alternados con tramos de roca baja en los que se encuentran las casetas de pescadores. Playa de Migjorn, la más larga de la isla, combina tranquilas calas de arena con zonas de roca. Playa de Cala Saona, rodeada del más bello de los paisajes, desde el bosque que la rodea a las vistas de la vecina isla de Ibiza y los acantilados de Punta Rasa.
Pero Formentera no es solamente una isla de playas. Si se visita su interior se encontrará otro paraíso formado de pequeñas y pintorescas poblaciones, faros, torres y molinos, lagos y salinas, grutas y cuevas ocultas, y bellos bosques de sabinas y pinos que alternan con dunas y rocas de formas caprichosas. Es Caló de Sant Agustí es un pequeño pueblo de pescadores, donde se saborea el entorno marinero. Estany Pudent y ses Salines es el gran lago que se encuentra al norte de la isla. Junto a las Salinas que le rodean, es un lugar recomendable para pasear a pie o en biciclera tanto por su valor paisajístico como por su importancia para el avistamiento de aves.
Visitando la zona oriental, se encuentra una costa escarpada formada por un desierto de rocas de extrañas y curiosas formas conocido como Sa Pedrera y que fue en su día una cantera. Visitar esta costa desde el mar con una embarcación permite disfrutar de la enorme riqueza marina que en ella se encuentra.
La iglesia de San Francesc Xavier, la Capilla de Sa Tanca Vella, el Asentamiento megalítico de Cap de Barbaria o el Castellum romano de Can Blai son otros de los muchos lugares de los que disfrutar en Formentera, además del Molí vell de La Mola o las torres de defensa repartidas a lo largo de la costa.
Formentera no es solo el último paraíso del Mediterráneo, donde disfrutar de la paz y relajarse, tiene también múltiples posibilidades para realizar turismo activo y ofrece inmejorables condiciones para la práctica del deporte náutico, especialmente para el submarinismo, por la transparencia y temperatura templada del mar. El litoral de la isla prosee unas condiciones extraordinarias para la práctica del kayak. Existen seis rutas recomendadas por su interés paisajístico y que dan acceso a recónditas cuevas y pasajes generados por la erosión del viento y el mar.
Formentera es, además, una isla ideal para recorrerla a pie o bicicleta, lo que permite visitar tranquilamente lugares insólitos. La isla cuenta con 32 rutas, caminos entrelazados que suman más de 100 kilómetros y que permiten realizar circuitos senderistas de todos los niveles y dificultades, así como paseos a caballo.
Una isla de ensueño donde escribir la historia más romántica de este San Valentín.