Un laberinto de maravillas bajo tierra. Un viaje al pasado explorando las profundidades del suelo de Teruel
el corazón del Maestrazgo turolense, donde la tierra parece detenerse en el tiempo, se esconde un mundo subterráneo de belleza insólita. Las Grutas de Cristal, en la localidad de Molinos, son un tesoro geológico que desafía la imaginación. Declaradas Monumento Natural, estas cuevas son un viaje a las profundidades de la Tierra, donde la naturaleza ha esculpido, gota a gota, un paisaje kárstico de ensueño.
Al adentrarse en las Grutas de Cristal, el visitante se sumerge en un universo de formas caprichosas. Estalactitas que cuelgan como lágrimas petrificadas, estalagmitas que emergen del suelo como torres naturales, columnas que unen el techo y el suelo en un abrazo eterno, y cortinas de roca que parecen tejidas por manos invisibles. Pero lo más sorprendente son las estalactitas excéntricas, que desafían la gravedad creciendo en horizontal, como si la naturaleza hubiera decidido jugar con las reglas de la física.
Cada rincón de estas cuevas tiene un nombre que evoca su singularidad: la Virgen, el Mantón de Manila, la Tarta Nupcial o el Pozo de los Deseos. Estos nombres no son casualidad; son un homenaje a las formas que la roca caliza ha ido moldeando durante miles de años, en un proceso lento pero imparable.
Un viaje al pasado: el Hombre de Molinos
Las Grutas de Cristal no solo son un espectáculo visual; también son una ventana al pasado. En su interior se han encontrado restos fósiles de mamíferos que habitaron la zona hace más de 100.000 años. Pero el hallazgo más fascinante es, sin duda, la mandíbula del “Hombre de Molinos”, el homínido más antiguo de Aragón. Estudios recientes de la Universidad de Zaragoza han revelado que su antigüedad ronda los 5.100 años. Este descubrimiento no solo arroja luz sobre la presencia humana en la región, sino que también convierte a estas cuevas en un lugar de gran interés arqueológico.
A pocos pasos de las Grutas de Cristal se encuentra la Cueva de Baticambras, otro enclave fascinante del Monumento Natural. A diferencia de su vecina, esta cueva es un santuario para la fauna, especialmente para los murciélagos. Aquí habitan tres especies catalogadas como Vulnerables en el Catálogo de Especies Amenazadas de Aragón: el murciélago grande de herradura, el murciélago mediterráneo de herradura y el murciélago pequeño de herradura.
La Cueva de Baticambras es un importante refugio de invernada, en particular para el murciélago mediterráneo de herradura. Para proteger a estas especies, sensibles a los cambios ambientales, se ha prohibido el acceso turístico. Este gesto nos recuerda la importancia de preservar estos frágiles ecosistemas, donde la vida se abre paso en la oscuridad.
El Parque Cultural de Molinos es un ejemplo perfecto de cómo la naturaleza y el ser humano han interactuado a lo largo del tiempo. Descubiertas en 1961, por un equipo de espeleólogos catalanes. Desde entonces, han sido un punto de referencia para científicos, amantes de la espeleología y viajeros curiosos.
Situadas a 970 metros sobre el nivel del mar, estas cuevas se desarrollan en un entorno geológico único, formado por arenas, margas y calizas del Cretácico Superior. Su formación se debe a cambios en el nivel del agua que, durante milenios, ha esculpido este laberinto subterráneo. Hoy, la cueva se encuentra en un periodo de drenaje, lo que permite admirar sus espeleotemas en todo su esplendor.
Visitar las Grutas de Cristal es adentrarse en un mundo mágico, donde cada paso revela una nueva maravilla. Es un lugar que invita a la reflexión, a maravillarse con la paciencia de la naturaleza y a conectar con nuestro pasado más remoto. Desde las formaciones rocosas que parecen sacadas de un sueño hasta los restos arqueológicos que nos hablan de nuestros ancestros, este rincón del Maestrazgo turolense es una joya que merece ser descubierta.
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