Son los más antiguos de España y datan, según documentación oficial, de 1215
Texto: Mayka Sánchez Fotos: Cris Medina y archivo
Por aprobación del Ministerio de Turismo y tras toda la documentación que se requería y presentó el ayuntamiento de la vil
la segoviana de Cuéllar, esta corporación recibió con fecha 12 de marzo de 2018 un comunicado oficial de la Secretaría de Estado la Declaración de Interés Turístico Internacional para sus encierros. Ya antes había quedado oficialmente aceptado que son los más antiguos de España, como siempre ha rezado el eslogan, una vez acreditado su nacimiento en 1215 por los archivos municipales y los de la Casa Ducal de Alburquerque, de Cuéllar.
Así, son los terceros de todo el país, tras los sanfermines y los de Segorbe (Castellón), en contar con este título, que subraya su mayor proyección y destaca la cultura del toro desde el máximo respeto al animal y la total prohibición del maltrato a los astados. La gran diferencia entre los otros dos encierros mencionados es que, como es sabido, en Pamplona el trayecto dura apenas dos minutos. Otro tanto sucede en Segorbe y no es corrido por mozos, sino que los toros son guiados por jinetes, sin que la calle esté vallada. En Cuéllar solo el recorrido urbano, donde los mozos esperan a la manada, es de 1.500 metros. Sin embargo, como una hora y media antes, hacia las 8 de la mañana, empieza el encierro con la suelta de los corrales de seis astados bravos y de cuatro a seis mansos, que se encuentran en la dehesa a cinco kilómetros del pueblo, por pinares y arenales, en la ribera del río Cega. Van conducidos por más de 300 caballistas (algún año, hasta 500, pero se decidió reducir el número), inscritos, y en torno a las 9:30 horas se les puede vislumbrar en lo alto de una loma, ya en el pueblo, desde la llamada zona de El Embudo, donde finaliza la zona campera.
Los encierros más antiguos de España, fiestas que se celebran el último fin de semana de agosto, desde el viernes hasta el jueves siguiente, conocidos por los cuellaranos como los toros, presentan esta particularidad sobre todos los demás. El descenso por la loma alcanza una belleza plástica inimaginable si no se ha contemplado y la polvareda de los arenales entre la manada y los cientos de caballistas llega a nublar el espléndido sol del este. Ya se siente el griterío de la gente que espera en las talanqueras de El Embudo y de los mozos, que se encuentran impacientes para iniciar el recorrido urbano de 1.500 metros y guiar limpiamente a los animales hasta la plaza de toros. Existen los llamados pastores, expertos en evitar que un toro se dé la vuelta y se rezague o que sufra maltrato o que algún mozo borracho corra el encierro. Están en comunicación con la policía local para prevenir el más leve incidente y por el bien y la belleza de la fiesta. Porque es una fiesta popular por excelencia. Aquí no se alquilan balcones, como en Pamplona, en cuyo pequeño recorrido de la calle de La Estafeta no hay talanqueras. En Cuéllar todo el mundo está invitado en todo el trayecto, incluso en la plaza de toros. Los bailes por las calles, las verbenas nocturnas… Los cuellaranos son castellanos muy hospitalarios y acogen a todo el mundo en los toros.
Aunque no está documentado, la tradición oral de la villa cuenta que son el origen de los sanfermines a partir de hechos históricos
¿Origen de los sanfermines?
Si bien no puede probarse documentalmente que el origen de los sanfermines está en este pueblo, siempre ha sido vox populi en la villa. Este hecho se basa en que en el siglo XV por dos veces el señorío de Cuéllar perteneció a don Juan, rey de Navarra. También Beltrán de la Cueva, valido de Enrique IV de Castilla (hijo de Juan II y hermano de Isabel La Católica, que fuera antes señora de Cuéllar), se trasladó a vivir a la villa y fue nombrado I duque de Alburquerque del castillo, y en el siglo XVI su nieto Beltrán II de la Cueva, III duque de Alburquerque, fue designado también virrey de Navarra. Todo ello sugiere el intercambio de usos, costumbres y demás relaciones entre la villa castellana, de gran importancia en aquel momento histórico, y Pamplona. De este modo, se dice que en un momento que el duque llevó cuellaranos a Navarra y coincidió la fecha de los encierros, que por entonces se cree que eran en San Juan o en el mes de julio, estos pidieron al duque que les soltase unas vaquillas para revivir allí los encierros de su pueblo y el duque les complació. Así, empezaron los sanfermines, a tenor de la tradición oral de la villa.
Además de varias procesiones de Semana Santa, son lo único de Castilla y León en contar con este título
La reciente Declaración de Interés Turístico Internacional supone un nuevo reto para el Ayuntamiento de Cuéllar, la Diputación de Segovia y la Junta de Castilla y León en lo que concierne a promocionar, publicitar y dar a conocer por diferentes cauces los encierros más antiguos de España. Se trata de una costumbre y un sentir profundamente arraigados en el patrimonio cultural del pueblo y estos encierros son los únicos que ostentan este título en Castilla y León, junto a varias de las procesiones de Semana Santa de diferentes ciudades castellano-leonesas. No obstante, su proyección ya había traspasado nuestras fronteras, como lo demuestra un pequeño anecdotario de dos casos de cierta relevancia. Uno es el anunció publicitario que en los encierros de 1988 la multinacional deportiva Nike rodó con los Denver Broncos para retransmitir ese año en Estados Unidos en la final de la Super Bowl. El otro es el cortometraje rodado en los encierros de 2009 por el belga Luc Gobyn, presentado por primera en el Festival de Cortometrajes de Gante (Bélgica) y a posteriori en sucesivos eventos análogos.
El Centro de Investigación de los Encierros, ubicado en la rehabilitada iglesia de San Francisco en el recorrido del festejo taurino, incluye cuatro salas con las tecnologías más modernas para hacer vivir al espectador un encierro único y le convierte en protagonista del misterioso juego entre el toro y el hombre. Mediante un espectáculo audiovisual, se conocen y se viven los festejos y los juegos con toros desde Creta hasta toda la cultura ibérica con estos animales. Puede verse el toro desde el paleolítico, los íberos, los griegos, la Edad Media, como origen de vida, tradición, misterio, muerte…Es la actual simbología del ciclo de la vida expresada y renovada anualmente desde que los toros salen de los pinares hasta que se les ve llegar al núcleo urbano. Un patrimonio cultural inmaterial de gran interés social.
Es la villa de toda la comunidad con el mayor patrimonio monumental mudéjar, religioso y civil
La isla mudéjar, en el mar de pinares
Cuéllar es la villa de toda Castilla y León con el patrimonio monumental más numeroso de estilo mudéjar, tanto de arquitectura religiosa como civil, de ahí que sea denominada la isla mudéjar, en el mar de pinares. Esta población segoviana se halla mas cerca de la capital vallisoletana y a muy pocos kilómetros de la provincia, por lo que su orografía es idéntica a la de su vecina: completamente plana, acribillada de pinares y siempre con el horizonte al fondo: ¡ancha es Castilla! Las iglesias de San Andrés, San Esteban, San Martín o El Salvador son solo algunos ejemplos de gran belleza, a los que hay que sumar el palacio de Santa Cruz o el Arco de San Basilio. De los siguientes edificios solo quedan restos: torre de la iglesia de Santa María, ábside de la de Santiago, atrio de la de San Miguel, puerta sur del Castillo del Duque de Alburquerque… Apenas se conserva el edificio que cobijó el Estudio de Gramática, centro al que acudió el Cardenal Cisneros. Por su relevancia histórica no sería justo olvidar, pese a no estar rehabilitado, el Palacio de Pedro I el Cruel, un edificio románico del siglo XIII, donde el monarca celebró su banquete de bodas con Juana de Castro en 1354 tras el casamiento en la iglesia de San Martín. No en vano Cuéllar fue el año pasado sede de Las Edades del Hombre, inaugurada por la reina Sofía y con gran éxito de visitantes.
El castillo de los Duques de Alburquerque alberga uno de los archivos nobiliarios más importantes de España
Castillo de los Duques de Alburquerque
No cabe la menor duda de que la joya de la Corona de todos los monumentos cuellaranos es el castillo de los Duques de Alburquerque (921142203 y 636997368), de estilo mudéjar-gótico-renacentista y datado con fecha de inicio en siglo XI y de finalización en el XVII. Está situado en la parte más alta del pueblo, sobre la llamada ciudadela y con un recinto amurallado. Porque si la villa se encuentra en la planicie castellana, Cuéllar es un amasijo de calles en pendiente, sinuosas, algunas muy estrechas, típicamente medievales. Con Alfonso X el Sabio aparece mencionado por primera vez y a través de su dilatada historia, además de residencia oficial de los Duques de Alburquerque, ha sido penal en diferentes momentos, hospital antituberculoso, abandonado al pillaje, instituto de enseñanza…
En la Torre del Homenaje se halla la Fundación Casa Ducal de Alburquerque y, después de varios convenios institucionales, se añaden a sus fondos documentales el Archivo Histórico Municipal de Cuéllar y el Archivo de la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, de forma que esa fundación se convierte en uno de los archivos nobiliarios más importantes de España. En sus 1.020 metros cuadrados destacan por su belleza el Patio de Armas, la Puerta Mudéjar, el Patio Renacentista y la Torre del Homenaje. En el interior de sus muros ha acogido a celebridades como Alfonso X el Sabio, Pedro I de Castilla el Cruel, el duque de Wellington, el general Hugo (padre del escritor francés Víctor Hugo), María de Molina y el gran escritor del romanticismo español José de Espronceda (autor de Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar).
Actualmente es propiedad del XIX duque de Alburquerque, pero el Estado es usufructuario vitalicio. Bellas Artes se encargó de su total restauración en la segunda mitad del siglo XX, tanto por dentro como por fuera. Hay salas palaciegas que están amuebladas y en 1997 surgió el proyecto Castillo habitado, iniciativa pionera en España por la que en las visitas guiadas al público se teatralizan escenas de la época vividas en el castillo. Esta idea, inspirada en otros países europeos, ha sido incorporada por distintas ciudades españolas.