¿Alguna vez te has preguntado lo que se siente al descansar en un palacio y despertar en unas dependencias con unas vistas antes reservadas a la nobleza?
Hay vida más allá de La Alhambra. El orgullo, el santo y seña de la capital granadina abarca muchísimas atenciones de todas las decenas de miles de visitantes que acuden a la ciudad año tras año. Sin embargo, fuera del recinto amurallado hay algunos edificios señoriales que también forman parte de este mosaico cultural que es Granada. Unos fácilmente reconocibles en el callejero granadino, otros un tanto escondidos a los ojos del turista despistado que estaba perdiendose hata ahora una reliquia. Pero, ¿cómo sería dormir en uno de estos palacios? La respuesta la encontrarás en el Hotel Alhambra Palace.
Uno de los placeres más grandes al recorrer las calles de Granada es meterte de lleno en un viaje en el tiempo que nos teletransporta a siglos pasados. Épocas en las que la ciudad era un hervidero de comerciantes, soldados, clérigos, pillos, buscavidas y, como en otra dimensión a parte, la nobleza granadina. La élite que se reservaba rincones de singular importancia para exhibir su posición mediante fastuosos palacios que recordaran a quienes desfilaran ante ellos, quiénes eran y lo que representaban en el orden jerárquico de la ciudad.
Cerca, muy cerca del Campo del Príncipe, llegamos a la primera parada de la ruta. Ante nuestros ojos, el Hotel Alhambra Palace. 113 años de historia entre sus muros. Un edificio que forma parte de la historia reciente de Granada y que ya desde la entrada nos marca el paso a un recinto en el que la elegancia se mide de igual a igual con la sofisticación y el preciosismo que sólo el segundo hotel en activo más antiguo de España es capaz de proporcionar. Se pueden pasar, y no es exageración, horas paseando por sus salones y perderse en cada detalle, en cada rincón que guarda una historia que contar. Desde cualquiera de sus habitaciones se puede contemplar la Vega de Granada tal y como lo haría un duque o cualquier gran señor de familia noble. Los atardeceres desde su terraza panorámica son algo que excede las palabras. Gracias a la visión de un hombre extraorinario como fue Julio Quesada-Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, hoy podemos disfrutar del Hotel Alhambra Palace. Un edificio que desde su inauguración ha sido testigo y cronista década a década de la historia de Granada y España.
Podemos disfrutar de palacios como el de los Córdova, que aguarda al final del Paseo de los Tristes. Se construyó entre 1530 y 1592 en la Placeta de las Descalzas, pero en la década de los 60 fue trasladado a la Cuesta del Chapiz. Se hace difícil no quedarse con la boca abierta por el asombro al contemplar su portada renacentista y sus preciosos jardines. Bordeando el río Darro y con La Alhambra de fondo es de obligado cumplimiento detenerse en sus patios, en una fuente cuyo sonido invita a la calma, además de un estanque y un pequeño pilar adosado a la pared de la casa de los guardeses.
Dando un paseo por El Realejo, nos encontraremos con algunos edificios señoriales que atestiguan a la perfección el pasado grandioso de Granada a lo largo de los siglos. De esta forma, podemos deleitarnos con edificios poco conocidos como el Palacio de los Condes de Castillejo, en evidente abandono. Un edificio del s XVI, que a pesar de todo mantiene su aura nobiliaria, plasmada en su portada renacentista en esquina, con el escudo familiar. A dos minutos andando llegamos a la Plaza del Padre Suárez. Allí no queda sino maravillarse por obras arquitectónicas como el Palacio de los Gil Vázquez Reginfo, popularmente llamada ‘La Casa de los Tiros’. Una antigua mezquita reconvertida en casa señorial y que hoy en día funciona como Museo de Artes y Costumbres Populares. Muy cerca, casi pasando inadvertida, la Casa de los Marqueses de Casablanca, una combinación armoniosa de estilo gótico y neomudéjar. Estos edificios renacentistas conviven con otros más modernos como el Palacio del Marqués de Villa Alegre, actual Colegio de las Monjas Mercedarias. Un claro ejemplo de arquitectura palaciega granadina del siglo XIX. Un pórtico imponente cargado de ricos detalles neorrenacentistas.
Los Mendoza, la familia más poderosa en la España de los Reyes Católicos, también dispuso de unas dependencias acordes a su rango en la capital granadina. En 1540 adquirieron la propiedad situada en el Campo del Príncipe. Este inmueble, ostenta un hermoso patio adornado con sombreados platerescos, un bonito alfanje mudéjar en su salón principal y una capilla barroca que asombra por su belleza. Sin embargo, lo más cautivador se encuentra en su fachada, que exhibe una portada adintelada del siglo XVIII y, a su lado, una preciosa capilla con una portada de mármol negro. Todos estos elementos son testimonio mudo de su apasionante trayectoria histórica, que atrae la atención de cualquier visitante.
¿Palacios que ver en Granada? Hay una lista impresionante, pero sólo en uno de ellos podrás hospedarte y sentirte como un auténtico miembro de la nobleza: El Hotel Alhambra Palace.
Más información en: www.h-alhambrapalace.es