La línea entre el cielo y el mar divide a Formentera en dos paraísos con multitud de opciones para disfrutar. Una isla en la que todo el mundo encuentra su sitio, un lugar de mil gustos y colores. Vistas panorámicas, playas, lugares de interés arqueológico, salinas, molinos, embarcaderos, explotaciones vinícolas o iglesias. Estos son algunos de los espacios que nos regalan cientos de experiencias únicas. Sin embargo Formentera ofrece mucho más, muchas más posibilidades escondidas en su otro paraíso: el edén bajo el mar.
Formentera se caracteriza por sus fondos de arena blanca, que adquieren toda la gama de tonalidades imaginables, desde el verde más claro al azul más intenso. Además también posee fondos rocosos espectaculares que albergan una flora y una fauna rica y variada. La tranquilidad y nitidez de sus aguas, gracias a la pradera de Posidonia Oceánica, hacen que Formentera sea el lugar perfecto para los amantes del submarinismo y de la fotografía subacuática, ya que permiten una magnífica visión.
La isla ofrece el entorno y las condiciones perfectas para iniciarse en el mundo del submarinismo, dando la oportunidad a los principiantes de realizar el bautismo directamente en el mar y sumergiéndose en entornos tan paradisíacos como la Reserva marina de Es Freus. Para los que ya estén iniciados y quieran seguir sumergiéndose en el mundo del submarinismo, en las escuelas de bucero de Formentera se pueden realizar desde los cursos más básicos a los más especializados. El snorkeling es una modalidad que permite llegar a los sitios más recónditos de la isla y explorarlos simplemente con unas gafas, tubo y aletas.
En 1999 se constituyó la ‘Reserva Marina de Es Freus de Ibiza y Formentera’ con el fin de preservar el entorno natural, y es dentro de esta zona donde se encuentran la mayoría de los puntos de inmersión más interesantes por su riqueza biológica y sus impresionantes fondos marinos.
La Plataforma Mariana es una antigua plataforma flotante que fue usada como piscifactoría para la cría de doradas en pleno Mar Mediterráneo y que debido a la falta de mantenimiento acabó hundiéndose en 1996 tras una serie de temporales. Esta enorme estructura yace de costado en el fondo del mar y se ha convertido en una de las inmersiones más solicitadas por su espectacularidad y por la riqueza de especies marinas que la habitan.
En Punta Prima se puede hacer una inmersión en una pared prácticamente vertical de unos 30 metros de profundidad a los pies de la cual se han ido depositando grandes rocas producto del desprendimiento del acantilado del cabo de Punta Prima. Este entramado de rocas y grietas se ha convertido en el refugio de numerosas especies tales como meros, pulpos, escórporas, morenas, congrios, langostas, corvinas o sargos entre otros. Descendiendo hasta el final de esta impresionante pared nos encontramos con una planicie arenosa donde se pueden encontrar especies propias de este hábitat como rayas, ratas, pastinacas o arañas.
En Punta de sa Gavina la inmersión se desarrolla a lo largo de una plataforma rocosa de suave desnivel que acaba en una pared que se precipita hasta los 22 metros de profundidad. Ésta sirve de soporte a algas, corales y esponjas que le dan un intenso colorido. En la pared hay una pequeña cueva que alberga infinidad de crustáceos, moluscos y peces. Durante esta inmersión se pueden ver bancos de corvinas, salpas y sargos, morenas, congrios y meros.
En Es Racó Alt y navegando hacia el sur de Punta Rasa se encuentran las cuevas de Sant Guillén. Se caracterizan por su luminosidad y por los espectaculares contrastes de tonos azules, ya que al estar a poca profundidad la luz se filtra iluminando gran parte de la caverna principal.
Rocabella permite una inmersión muy sencilla pensada para bucear a poca profundidad disfrutando de las extensas praderas de Posidonia. Esta zona conforma uno de los ecosistemas más productivos del Mar Mediterráneo al dar cobijo y alimento a multitud de especies marinas.
En Es Banc la inmersión comienza en una plataforma rocosa que se extiende hasta una pared que termina en un fondo arenoso a unos 23 metros de profundidad. Esta blanca planicie arenosa alberga multitud de especies tales como rayas, arañas o roncadores así como sepias y calamares que se esconden entre las plantas de la Posidonia que la cubren parcialmente. En la pared de roca hay una pequeña cueva producida por la erosión del mar en la que habitan anémonas, esponjas y multitud de crustáceos.
En El Arco la inmersión se desarrolla a lo largo de una plataforma rocosa de suave desnivel que acaba en una pared que se precipita hasta los 22 metros de profundidad. Ésta sirve de soporte a algas, corales y esponjas que le dan un intenso colorido.
El Dado es uno de los puntos de inmersión con más abundancia y variedad de vida de todas las descritas hasta ahora. Por un lado hay una zona plagada de pequeños peces como doncellas, verdecillos, serranos o tordos. En otros puntos proliferan las anémonas, esponjas y algas que le dan un impresionante colorido a la pared rocosa.
Bucear entre barcos hundidos también es posible. Don Pedro es un pecio de 147 metros de eslora que descansa a unos 47 metros de profundidad tras chocar con el islote del Dado y hundirse en julio del año 2007.
Para bucear en la Reserva Natural es necesario un permiso que debe remitir el Govern Balear. Existe la opción de contratarlo a través de una de las escuelas de submarinismo de Formentera. En este caso son ellos mismos los que lo tramitan.
Formentera, la isla que esconde mil y un paraísos donde perderse, descubrir cientos de tesoros, dejarse envolver de tranquilidad o disfrutar de la naturaleza y el encanto que ofrece este pequeño rincón del Mediterráneo.
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