Descubre en un fin de semana la razón de que este bello pueblo sea conocido como la ‘pequeña Atenas de Extremadura’
Basta con un sosegado paseo por este rincón de la Campiña sur para enamorarse del entorno. Un pueblo que alberga una curiosa leyenda, donde el tañido de sus campanas ha sido declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Sus blancas viviendas de estilo mudéjar y los edificios históricos que la integran, hacen de la fugaz visita un recuerdo para toda la vida.
Nuestro itinerario comienza en la Plaza de España. Si somos puntuales, podremos escuchar el estremecedor sonido de las campanas de Nuestra Señora de la Granada. A primera vista observamos que este templo es un compendio de estilos artísticos: mudéjar, gótico, renacimiento, barroco y rococó. Del siglo XIV, dentro se encuentra la pintura “Cristo muerto en la cruz” de Francisco de Zurbarán, entre otras curiosidades e interesantes obras de arte.
Nos dirigimos a la Casa Maestral sorteando un considerable número de viviendas de estilo mudéjar, admirando sus espléndidas fachadas de ladrillo con cornisas de modillones, portadas enmarcadas por alfiz, monumentales dinteles, ajimez y otros elementos decorativos característicos de este estilo. Descubrimos que esta Casa fue inicialmente residencia de los Maestres de la Orden de Santiago en la ciudad y posterior sede inquisitorial donde se encontraba el tribunal y la cárcel para los presos acusados por el Santo Oficio. Resultan llamativos los grafitos de los antiguos presos que fueron hallados en la restauración del edificio y que hoy se reproducen en el patio. Antes de salir, merece la pena curiosear un rato pensando en adquirir los cuidados productos artesanos realizados en diferentes talleres extremeños en su Sala de Promoción de la Artesanía.
Queriendo descubrir aún más la artesanía única de la región, nos desplazamos al Palacio Episcopal de Llerena que cobija los Premios Regionales de Artesanía. Orfebrería, seda, bordado, alfarería, metal o cerámica inundan las salas de este museo donde se respira actividad y creación. Paseamos fascinados por las salas repartidas alrededor del magnífico patio de estilo mudéjar y antiguos murales de representaciones religiosas y heráldicas.
En Llerena descubriremos la leyenda del Rey Jayón y su hija, a la cual se le apareció la Virgen María. Desde la ciudad se nos ofrece una ruta de senderismo por la comarca, que lleva el nombre del antiguo rey, que se organiza cada año por parajes naturales excepcionales y que también podemos recorrer particularmente en cualquier época del año. A su vez, es posible realizar parte del Camino de Santiago de la Frontera en su ruta desde Cádiz a Badajoz.
Es tanta su importancia como núcleo urbano, político y administrativo entre los siglos XV y XVII, que atrajo a multitud de artistas, lo que la convirtió en un centro artístico de primer orden y se la acabo conociendo afablemente como «la pequeña Atenas de Extremadura«.
En el imaginario del viajero que se dirige a visitar Llerena, se asume que va a comer bien y no es para menos. Visita Extremadura, donde la gastronomía es un baluarte, una forma de vida y un orgullo para sus gentes. No, lo que el viajero no se espera es darse de bruces con un muestrario de platos y creaciones tan sumamente simple y a la vez tan agradablemente delicioso. Simple, porque Llerena es tierra de labradores y artesanos, que se ha servido durante siglos de las legumbres de sus huertas, de los cereales de su campiña y de los animales que criaban en sus hogares. Su caldereta extremeña, sus productos derivados del cerdo, sus migas, su jamón, sus deliciosos postres… Nada corona mejor una visita a Llerena que un buen festín con lo mejor que puede ofrecer su tierra. Productos de calidad tratados con mimo y garantes absolutos de sabor. El fin de semana en Llerena será algo mágico…
Más información: turismo.llerena.org